El agro es
siempre popular, en un país con más de diez millones de personas relacionadas a
esta actividad (cerca del 30% de la población) algo distante de los indicadores
macroeconómicos que estiman que el sector solo representa el 5% del PBI. En efecto, la cadena agroalimentaria que incluye producción primaria, transformación,
exportaciones, comercialización y otros servicios superaría largamente el 25%
del tamaño de la economía nacional.
Por Ing. Angel Manero
Por Ing. Angel Manero
Hace unas
semanas publiqué un artículo analizando la importancia de los mercados para el
agro y de cómo el precio de venta es un driver poderoso para la productividad.
No es casualidad que los subsidios que funcionan mejor en el mundo son los que
se orientan a mejorar precio. No es casualidad que se extrañe el “populismo de
derecha” del gobierno del presidente Fujimori ordenando, a los programas alimentarios, salir a comprar determinado producto cuando los precios estaban por los suelos.
Hace unos días,
algunos congresistas se quejaban de la carencia de olfato político del Ejecutivo
al querer observar la Ley de homologación de pensiones de policías y militares.
Este en realidad es el meollo del asunto: la línea delgada entre lo supuestamente técnico y
lo político.
Tras los malos
años de la pequeña agricultura, debió haberse generado un proceso de consolidación, donde los “más eficientes” se van quedando y los “ineficientes” salen del
negocio en una dinámica espontánea. Sin embargo, vamos a cumplir 50 años de la reforma
agraria de Velasco y esto no sucede. Cientos de miles de familias permanecen en
la actividad agropecuaria con una resistencia digna de estudio.
Una cosa es
opinar desde una cómoda posición técnica y otra desde un Ministerio de Agricultura.
Yo mismo en años anteriores he opinado en contra de la franja de precios para
el arroz y otros productos, he opinado a favor de convertir el Banco Agropecuario en un
banco de segundo piso que dinamice las finanzas privadas o a favor de consolidar a las empresas de la industria de alimentos.
Pero desde
el MINAGRI la actitud debe ser otra. Quién le da a este sector de la población
el estímulo de sentirse apoyado por su gobierno; quién les muestra que el Estado
se preocupa por sus ingresos; por su financiamiento; por sus intereses lejos de
apoyar a tal o cual empresa. Quién le hace sentir al pueblo agrario que tiene
un gobierno que se la juega por ellos. Pues debe ser el Ministerio de Agricultura.
Un Ministro
de Agricultura idóneo para el sector debe tener un sesgo populista, el contrapeso
necesario para equilibrar al Consejo de Ministros a fin de discutir y aprobar
lo conveniente para el país. Requerimos un Ministro de Agricultura que no se deje
avasallar por algunos medios de comunicación de derecha, o por una parte del
sector empresarial y sus voceros mercantilistas.
El
Ministerio de Agricultura en el gobierno, del presidente Kuczynski, ha tenido
elementos importantes de política pública. Después de muchos años se implementa lo que dice el
plan de gobierno del partido que gana las elecciones. AGROPROSPERO es una
promesa de campaña cumplida. Falta cumplir otras promesas, pero ya es un avance
importante.
Este Ministerio
de Agricultura también ha tenido una respuesta rápida frente al niño costero. Por
primera vez se implementa un programa de reactivación de la producción agraria dañada
por un desastre natural (bonos, semillas, fertilizantes) que, aunque
insuficiente ha sido un gesto y un aporte valioso para las cerca de 30 mil familias beneficiadas. Siempre se puede hacer las cosas más y mejor pero no se puede
negar que ha habido voluntad de trabajo y decisión de enfrentar los problemas.
Hay aspectos
a mejorar: El problema del arroz importado del Asia debe solucionarse; la deuda
cafetalera de Agrobanco debe consolidarse; el Plan de Cultivo y Riego debe ser una
realidad y el reglamento del Sistema de Garantía Participativo para los productos ecológicos debe
publicarse de una vez. También debemos tener lista la propuesta de mejora del Banco
Agropecuario.
Hay un desempeño relevante en la gestión del ministro Hernández, así como también varios procesos en camino por materializarse. Toda esta experiencia muestra que necesitamos consolidar en el Perú un perfil de Ministro de Agricultura cerca del pueblo agrario, que le de gobernabilidad al país y sea el balance apropiado para gobiernos cegados, muchas veces, por intereses lejanos a la población.
Muy cierto y valedero análisis, me imagino por limitación de espacio faltan algunos otros elementos que por sus carencias impiden un despliegue del agro. Tambien sentí lo de, una cosa estar en la tribuna y otra dentro del problema, eso me pasó cuando ingresé al Congreso como asesor, la realidad te cambia los enfoques y las soluciones para el agro.
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