9 de febrero de 2018

AGRO AMARGO



Preocupa la situación del agro actualmente, la papa solo es una parte del problema; a la lista hay que sumar el café, arroz, maíz, zanahoria, quinua y en unos meses el camote. Sin duda hay que repensar los esquemas de promoción agraria que deben orientarse más a incentivar la demanda que promover oferta.

Pero lo que más preocupa es el desempeño de los primeros 30 días de gestión del actual ministro de agricultura José Arista. Bastaría con mencionar el pésimo manejo de la crisis papera ofreciendo comprar 7 mil kilos de papa por productor a un sol el kilo (70 céntimos por encima del precio de chacra) lo cual implica un subsidio indirecto de S/4,900 por agricultor. No está mal que se auxilie a los productores; sin embargo, las actas firmadas lejos de solucionar la crisis -la agravará-. En abril vuelve la avalancha de las cosechas de papa y allí nuevamente a “comprar excedentes” además, esta exigencia se contagiará a los demás productos.

Con esos niveles de subsidio será imposible seguir atendiendo las demandas y ya nos imaginamos qué sigue. Se debió comprar algo de papa (para efectos de promover consumo) es cierto, pero no a esos niveles, ni a esas condiciones, mucho menos debe hacerlo el Ministerio directamente. Hasta un subsidio directo es técnicamente más aceptable, algo similar a lo que se hizo con el bono entregado a los afectados por el niño costero.

Otro error ha sido ofrecerles a los productores de papa de Ambo -en Huánuco- créditos a tasas de interés de 0% y 5%. El interés “cero” no lo veíamos desde el primer gobierno de García y es la medida menos aconsejable si quieres reducir oferta de papa y también porque de qué vale endeudar a quien sabes que no va a pagar; generando una desigualdad enorme con las colocaciones de AGROBANCO. En todo caso era mejor utilizar a AGROIDEAS para buscar alguna reconversión de cultivos de forma inmediata.

Ceder a “variadas” demandas de los productores es algo inédito en las gestiones del MINAGRI. Debemos atender los reclamos orientándolos a la competitividad. Es decir, si te piden que les compres la mayor cantidad del producto, tasa cero de interés, que revises la política arancelaria hay que saber llevarlos a siembra por contrata, a subsidio tecnológico (semillas, fertilizantes y asistencia técnica) y procesos de valor (claro que podemos atender a oferta de papa precocida congelada para centros de comida rápida y también ingresar a los cines)

La actual gestión ministerial parece desmantelar el principal mérito que tenía la gestión anterior del ministro Hernández: AGROPROSPERO. A Hernández hay que reconocerle que fue consistente en implementar lo que decía su plan de gobierno, a pesar de todos los problemas climáticos que sucedieron en su gestión. Precisamente SERVIAGRO, semillas, titulación, AGROJOVEN, Sierra Azul y promoción del consumo son elementos esenciales de promoción agraria que se requiere para mejorar la competitividad de un agro en crisis (con una mayor orientación a la demanda).

Fue envidiable la relación que tuvimos con los gremios de productores el primer año de gestión. Todos entendían que se hacia el mejor esfuerzo a pesar de los problemas.  No es poca cosa meterse a paliar una emergencia con bonos, con semillas, con fertilizantes, con rehabilitación de la infraestructura para un ministerio acostumbrado a hacer poco. El presupuesto 2018 para la reconstrucción de la infraestructura hidráulica dañada por el niño costero es menor a S/ 200 millones, es decir menos del 10% de lo que se necesitaría para este año.  En consecuencia, no se hará mucho por el norte, lo cual sumará amargura al sector.

Las idas y venidas con la situación del Banco Agropecuario es otro indicador de que ahora, en el Ejecutivo, nadie tiene las cosas claras ¿se liquida? ¿se reestructura? ¿qué implica reestructurar? ¿cuál será el nuevo modelo de negocio? Siempre la incertidumbre es peor que la enfermedad.

El AGRO puede complicar la gobernabilidad del país. El ejecutivo debe proponer soluciones pragmáticas y viables pensando no solo en el grupo con quien se sienta a negociar en la mesa, sino en los más de dos millones de pequeños agricultores.

Ing. Angel Manero Campos



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