La formación de precios de los productos agropecuarios que se ofertan en el mercado nacional puede tener muchas distorsiones. Por un lado tenemos los sobrecostos logísticos, el exceso de intermediarios, la perecibilidad del producto, ausencia de información, importaciones de excedentes etc. Esto hace que por lo general el precio se forme recién en función al volumen que llega, cada día, a los principales centros de abastos de la costa peruana.
Adicionalmente, la oferta sigue aumentando debido al desarrollo de infraestructura hídrica (en los últimos 10 años se ha invertido en promedio S/ 1,000 millones anuales en pequeñas irrigaciones y afianzamiento hídrico) además de la mejora de infraestructura vial; y el aumento de la productividad en el campo (Richard Webb reporta un crecimiento promedio de 4% anual en las últimas décadas) y por el lado de los gatilladores de demanda: nuestra población solo crece cerca del 1% al año (tener en cuenta que 900 mil venezolanos han adicionado 3% a la masa de consumidores en los últimos cinco años) y el poder adquisitivo -medido en función del crecimiento de la economía- crece apenas 3% anual. Lo anterior sin mencionar algunas tendencias del consumo como la reducción progresiva de la ingesta de azúcar, arroz y leche.
Tenemos una peligrosa tendencia de exceso de oferta. Por un lado, esto se puede regular con un efectivo “plan de cultivo” que permita orientar mejor las siembras, pero no es suficiente. Se necesita medidas complementarias como reconversión de cultivos para exportar más, promoción del consumo, y una mayor integración de nuestra oferta productiva con la industria alimentaria.
Nuestro país debe fijarse la meta de ser una potencia agroalimentaria mundial y allí debemos diseñar mecanismos de eslabonamiento productivo para tener una industria fuerte que insuma nuestros lácteos, café, cacao, frutas, hortalizas, granos andinos, cebada cervecera, y desde luego confecciones a partir de un nuevo desarrollo algodonero. Necesitamos desarrollar tendencia, por ejemplo prospectar el negocio de exportación de carne de pollo libre de transgénicos (alimentados sin soja ni maíz genéticamente modificados).
Un incremento de la cantidad ofertada de un producto en10% puede bajar los precios en más del 30%. Administrar este factor es un aspecto central para la mejora y predictibilidad de los ingresos de nuestros productores.
Ing. Angel Manero.
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