La primera
semana de cuarentena sucedió así, subieron muchos precios de los productos en
los mercados y se esperaba que continuaran subiendo cuando se estableció el
"toque de queda". A pesar de que la agricultura es una actividad
esencial y estaba permitida, la restricción al tránsito de carga (en industrias
no autorizadas) y de personas podría afectar de forma importante el
abastecimiento a los centros de abasto.
Al día de
hoy, se percibe que los precios de alimentos, a nivel minorista, se mantienen
en promedio estables, con una sensación de tranquilidad dado que uno de los
principales insumos del diario comer, el pollo, ostenta precios más bajos de lo
normal; su precio mayorista apenas llega a S/2.15 por kilo y en el mercado minorista,
el pollo beneficiado se oferta entre cinco y seis soles por kilo.
Lo del pollo
es un caso peculiar puesto que a menor precio debería haber una mayor demanda y
se supone que la cuarentena aumentaría el consumo de alimentos en general; no
obstante, al parecer el pollo tiene un importante consumo fuera de casa (i.e.
pollo a la brasa, broaster de barrio, fast food) y una vez confinada la familia
en casa, este consumo encuentra sustitutos o dietas con menor cantidad de
ingesta del ave.
En adición,
las redes sociales nos muestran una dura realidad, grupos de agricultores en diferentes regiones del país, que no pueden vender sus productos porque los
precios no justifican ni siquiera cosecharlos.
Para
acercarnos a entender lo anterior, vamos a analizar los precios a nivel
mayorista (Mercado Mayorista de Lima) de una canasta de productos, comparando
su variación desde el martes anterior a dictarse la cuarentena (10 de marzo) al
martes actual (21 de abril). La tabla gráfica muestra que el precio del pollo
ha bajado en un 58%, mientras que el arroz corriente ha subido en un 30%, la
papa blanca ha subido un 8%. El pollo, la papa y el arroz son esenciales en
la dieta diaria del peruano, los otros productos ostentan variaciones alternas
con ligera tendencia al alza.
Lo anterior
hace ver que, a nivel mayorista, se percibe un manejo de la situación al grado
de administrar el abastecimiento a la capital sin que ello llegue a saturar los
mercados. En este escenario, los excedentes en el campo prácticamente tienen un
valor cero, ya que deben ofertarse en los mercados locales que se encuentran
saturados del producto de estación. En esta situación, los mercados itinerantes
regionales que promueve el MINAGRI no tienen impacto; ya que los productos a
ofertarse allí pueden llegar a mayor precio que en el mercadillo local, en
momentos donde no existe desabastecimiento y hay presión de más oferta.
Lo anterior,
no es una situación nueva, es una realidad que vemos año tras año; y lo hemos
explicado antes: la pequeña agricultura des-coordinada y sin planificación,
produce más de lo que consumen los peruanos. Esto tuvo una anterior
comprobación cuando en los desastres, del Niño del 2017, se rompió el
abastecimiento por la Carretera Central, luego se rompió el abastecimiento por
la Panamericana Norte, a la altura de Trujillo, y los productos seguían
llegando a los mercados mayoristas de Lima en cantidades superiores a las 5 mil
toneladas diarias, en ese entonces solo escaseó el limón y algo de tomate.
En resumen,
las pérdidas de la pequeña agricultura, dedicada a proveernos de alimentos, no
son a consecuencia del COVID 19, sino una sobreoferta estructural que la viene
sufriendo nuestro agro desde hace más de una década y que necesita medidas de
corto, mediano y largo plazo para resolverla. Mi propuesta de estas medidas
necesarias, las he sustentado en mi artículo anterior.
Por Ing. Angel Manero Campos
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