20 de marzo de 2020

AGRO Y EL COVID 19

Estamos en plena “cuarentena temporal” de dos semanas y el mejor escenario que podemos tener es que con el esfuerzo de todos y la gracia de Dios, ésta funcione; que lleguemos a fin de mes con una reducción sustancial de nuevos infectados o que sea idealmente cero. De allí debemos contar 14 días para recién poder levantar la cuarentena, puesto que es el periodo en que puede permanecer latente el virus en nuestro organismo sin mostrar síntomas. Es decir, estamos hablando de una cuarentena de 30 días en el mejor de los casos. De allí se supone que podemos volver a cierta normalidad, aunque siempre con medidas de control para que el virus no ingrese por nuestras fronteras ya sea por los medios de transporte convencional o por ingresos ilegales de personas. La idea es resistir al máximo hasta que llegue la vacuna.

El gobierno ha asignado 380 soles para tres millones de familias vulnerables, para que puedan subsistir en estas dos semanas, allí van 1,140 millones de soles, estimo que la primera quincena de abril volverá a dar otro bono similar totalizando S/ 2,280 millones; lo cual no llega ni al 0.03% del PBI. Pero un mes de paralización del sector privado, resta varios puntos porcentuales a nuestra economía.

En estos últimos días se cortó la campaña de exportación de mangos, la misma que ya tenía un avance de más del 90% y clientes del extranjero desesperados por recibir nuestra fruta (el mundo necesita alimentos) las empresas tenían problemas porque en la práctica el toque de queda, y comprensiblemente, la policía limitan la movilización del personal; además muchas personas no querían ir a trabajar y está el miedo de las empresas de ser lapidadas en caso algún trabajador, o los familiares de ellos, lleguen a perder la vida con el COVID 19.

Este mes, también debe empezar la campaña de palta, aunque supongo que retrasará su inicio esperando el fin de la cuarentena. La palta resiste en el árbol unos 45 a 60 días. En abril ya empieza parte de la campaña de cítricos; los espárragos y arándanos están más tirados a la segunda mitad del año.

El punto es que un país como el Perú difícilmente resiste una cuarentena prolongada. El caos social de la paralización del sector privado haría muy difícil mantener el orden público pues proliferarán saqueos e irrespeto a la ley, por lo que todos los peruanos tenemos el deber de hacer nuestro mejor esfuerzo estos 30 días.

También hay tareas que debe cumplir el Ministerio de Agricultura y no lo esta haciendo. Por ejemplo, estos días y la próxima semana vamos a ver continuas alzas de precios en los alimentos. Estas alzas no son generadas por la escasez sino porque las limitaciones a salir de casa, motivan que se compre para toda la semana, entonces se genera escasez momentánea. El Ministerio debe monitorear los mercados constantemente e instruir a la población sobre qué producto empieza a subir de precio, para que la gente deje de comprarlos y opte por algún sustituto; verán que en unos días los precios se normalizan y no tendremos problemas.

El MINAGRI debe monitorear cada empresa agroexportadora para evaluar los cuellos de botella y tener una idea más cercana del problema. Tener en cuenta que la actividad exportadora permite dinamizar algunos servicios conexos como el transporte, que guarda relación con el agro tradicional. La carga por general es de un solo sentido y en el otro sentido se complementan con los diversos sectores. Pero si la economía está parada, traer los alimentos del pequeño agricultor a los mercados costeños será más costoso.

Adicionalmente, debemos tener presente que la anemia puede desbordarse en este periodo, por lo que no es mala idea pensar en algún programa social que entregue alimentos ricos en hierro. En ese sentido el programa a “Comer Pescado” debería relanzarse estos días.

Se necesita liderazgo en cada sector del gobierno, liderazgo que pasa por tener personas especializadas en cada puesto. Hemos estado acostumbrados a ver un Ministerio de Agricultura relacionado a descolmatar ríos y no un Ministerio promotor de la competitividad de los productos agropecuarios y de la seguridad alimentaria.

Ing. Angel Manero Campos

11 de marzo de 2020

UNA RECARGA PARA NUESTRO CAFÉ

Un café, recién pasado, te activa la mente. Los flavonoides, que le dan color, son antioxidantes y no es un secreto que, después de cada comida, un cafecito ayuda a conservar el buen aliento.
Hace un par de años visité la FICAFE, la feria internacional que se realizó en Villa Rica, allí encontré a Omar Moreno “mochila de fumigación” al hombro, regalando tazas de café a los asistentes. Una pareja de visitantes cercana tuvo un comentario negativo: el café es cancerígeno. Vamos a analizar este punto:
Todo empezó el 2010 cuando el Council for Education and Research on Toxics (CERT) demandó a 90 cafeterías (starbucks incluida) de los Angeles/California por incumplir una Ley que obliga a las empresas a alertar a los consumidores sobre la presencia de sustancias, que pueden favorecer al desarrollo del cáncer. La sustancia cuestionada es la acrilamida de presencia relativa en los cafés y otros alimentos. El juez del Tribunal Superior de Los Ángeles, Elihu Berle, dictaminó a favor del CERT.
La polémica de la referida sentencia judicial es que los demandantes solo necesitaban demostrar que había trazas de acrilamida en el café para que su reclamo prosperase. Nadie duda de que el café contenga acrilamida; sin embargo, al igual que el “cadmio” en el cacao, el riesgo está relacionado con la cantidad total que consumamos a lo largo de nuestra vida. Según las referencias de una nota científica publicada en “El País” un adulto de 80 kilos que consuma menos de 208 microgramos de acrilamida al día, no tiene riesgo de favorecer el cáncer; aunque deberíamos llevar la cuenta ya que un cigarrillo contiene unos 2.3 microgramos de acrilamida, una tostada de pan contiene cinco microgramos y una bolsa de papas fritas siete microgramos. Una taza de café suma entre 0.9 y 2.2 microgramos de acrilamida. Hay que añadir, según la nota de “El País” que un café recién pasado tiene menos acrilamida que un café instantáneo y además las variedades arábicas (granos alargados) tienen menos de esta sustancia que las variedades del tipo robusta (granos redondos).
En el 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS) que clasificó la acrilamida, como sustancia posiblemente cancerígena, determinó a través de la International Agency for Research on Cancer (IARC) que no hay sustento concluyente de que el café cause cáncer. Además, han indicado que su consumo podría proteger del cáncer de hígado y de endometrio. Adicionalmente, el año pasado, Sam Delson portavoz de La Oficina de Evaluación de Riesgos para la Salud Ambiental (OEHHA) de California determinó que beber café no representa un riesgo de cáncer para las personas, todo lo contrario, podría reducir las probabilidades de contraer esta enfermedad.
Despejado el tema del cáncer, vamos al meollo del problema del café: los precios para el agricultor. Actualmente el precio en bolsa para un café arábico peruano es de USD 130 por saco (60 Kg.) lo que da para pagar unos cinco soles por kilo en chacra, ello apenas cubre el costo de producción local.
Para tener idea de magnitudes, el año pasado el Perú produjo cerca de 6 millones de sacos, de los 170 millones que produce el mundo. Brasil suele producir entre 50 y 60 millones de sacos; Vietnam, que es el segundo productor mundial, cosecha aproximadamente la mitad de Brasil y Colombia, el tercer productor mundial, es la cuarta parte de Brasil.
Lo que puede hacer el Perú, en términos de oferta, no impacta sobre el mundo. Si vamos a competir por precio, con una estructura productiva de pequeña agricultura, difícilmente le ganaremos a Brasil y si vamos a competir por calidad tenemos una esperanza: acercarnos y superar el estándar colombiano que, por su arábica, recibe USD 30 por encima de Perú. Esto no resta a que podamos aprovechar nichos pequeños de orgánico más comercio justo, certificaciones especiales, o calidad de taza.
En el 2016, Geni Fundes me buscó en el Ministerio de Agricultura, él tenía la visión de implementar en Perú, la subasta internacional de Taza de Excelencia. Al año siguiente, lo hicimos. Se realiza una competencia interna previa para seleccionar los mejores lotes, estos son tasados por catadores nacionales e internacionales acreditados por la organización de Taza de Excelencia y de allí va a subasta mundial. Se logró vender lotes de café por USD 10 mil el saco. Lo anterior es algo espectacular, pero solo representa oportunidad para algunos, aquellos productores campeones que puedan sostener una alta calidad de taza y tener herramientas para poder vender su café a estos estándares. Este nicho, que hay que aprovecharlo, pero difícilmente aplicaría a grandes ofertas de café.
En nuestro país, consumimos menos de 700 gramos por habitante; nuestro mercado representa unos S/ 1,500 millones. Sin embargo, la mayor parte de ese consumo corresponde al café instantáneo, es decir el café industrial en polvo que no llega a trasladar valor al productor nacional. Es un sueño imaginar que, al igual que Estados Unidos, los peruanos consumamos un café recién pasado, de cafetera, algo que en solitario promueve Omar Moreno con su programa “El Cafeteador” lo pueden seguir en Facebook.
Adicionalmente, nuestros cafetaleros están heridos. La roya les pasó por encima, hace más de cinco años, y hasta la fecha no se recuperan financieramente. El coranavirus, al tener al ciudadano del mundo metido en casa, significará un aumento modesto del consumo. Sin embargo, esperar que a futuro mejoren los precios y podamos superar los USD 180 por saco en bolsa, es una ilusión.
¿Qué podemos hacer? primero explicar que la realidad es dura, nuestra estructura productiva se divide en tres bloques: Un bloque que sabe trabajar productividad y/o calidad, ellos no superan el 30%; hay otro bloque que está en el punto medio sobreviviendo y organizado en cooperativas, ellos quizás lleguen al 30%; y el tercer bloque de pequeños productores, sin organización, que difícilmente se levantarán y varios de ellos ya han abandonado o migrado de cultivo. No necesitamos mucho estudio para estimar que nos quedaremos con menos de 300 mil hectáreas de café a nivel nacional.
El Plan Nacional de Acción del Café promovido por PNUD, MINAGRI y el Consejo Nacional del Café representa una oportunidad. Debemos empezar por el mercado, definir una marca colectiva/país que certifique la calidad del producto al punto de marcar un nuevo estándar en bolsa. Al principio solo participarán algunos productores que cumplan, pero luego irán ingresando otros. Solo en estos productores, dispuestos a trabajar calidad y productividad bajo esquemas supervisados, debería concentrarse el soporte a brindar en capitalización, financiamiento, asistencia técnica y genética. Además, necesitamos promover más el consumo interno y apagar el énfasis de los médicos por prescribir el café a diestra y siniestra. Malo para la presión, alergeno, cáncer… Hay que enseñarles a distinguir al café bueno del otro.
Por Angel Manero Campos