Casi todos los conflictos mineros en el Perú, y Tía María no fue la excepción, pregonan una frase contundente “Agro SÍ, Mina NO” y es que el agro está en el corazón de todos los peruanos. Hemos sido un país agrícola desde que las primeras civilizaciones se asentaron en nuestra tierra (CARAL 5,000 años atrás) hemos hecho agricultura ancestralmente, inclusive, por encima de los 4,000 m.s.n.m. algo increíble para otras civilizaciones del mundo.
Para profesionales como yo, que tuvimos la suerte de nacer en valles tan productivos como el de Cañete, el agro ha marcado nuestras vidas. Lo que se comía a lo largo del año era influenciado enormemente por la temporada de cosechas. Cómo no amar a la agricultura, si por ella dejé la Universidad Nacional de Ingeniería para estudiar una carrera vinculada al agro. Cómo no amar a la agricultura si mi mejor pasatiempo es escribir cada semana sobre agro.
Soy una persona que no podría estar en contra de la agricultura. Pero tampoco estoy en contra de la minería; de aquella minería que cuida el medio ambiente, que respeta a su entorno social y que paga impuestos para el desarrollo de nuestro país.
La agricultura representa actualmente (PBI, año base 2007) el 6% de nuestra economía, mientras que la minería e hidrocarburos representa el 14.4% de la economía. Para medir la importancia estratégica de un sector versus el otro, habría que tener en cuenta más elementos de análisis como generación de empleo, inversiones, impuestos que paga la actividad y encadenamiento con otros sectores.
El agro ocupa a cerca de 5 millones de personas, al 25% de la PEA (Población Económicamente Activa) del Perú; mientras que el sector minero e hidrocarburos solo ocupa a unas 200 mil personas, el 1% de la PEA. El empleo del agro supera largamente a la minería, aunque las remuneraciones del sector minero formal son más altas. No me creo el estribillo de que por cada puesto de trabajo que ocupa el sector minero, se generan 9 empleos en otros sectores.
En el agro, las nuevas inversiones calculadas a partir de las importaciones de equipos de riego y maquinaria agrícola, además de la inversión pública en infraestructura no superan los USD 500 millones anuales. Mientras que la inversión minera supera fácilmente los USD 5,000 millones anuales.
El agro prácticamente no paga impuesto a la renta, los cerca de USD 200 millones que paga anualmente, se netea con lo que reciben las agroexportadoras por concepto de drawback. Mientras que las empresas mineras aportan cerca de 30% del impuesto a la renta que recauda el país. No obstante, un agro mucho más capitalizado y desarrollado, en un par de décadas será principal contribuyente del país.
En el encadenamiento con otros sectores, es indudable que el agro tiene ventaja tanto en los servicios de alimentación al país como con la industria de alimentos. El sector minero sustenta a una industria metalmecánica, que aunque importante, no llega a superar los USD 500 millones en exportaciones.
El tema de fondo es que no debe haber una oposición entre la minería y el agro. Con claros estándares de respeto al medio ambiente e instituciones fuertes para promover solo los proyectos mineros que sean ambiental y socialmente viables; no tendríamos que sufrir protestas que paralizan las economías regionales.
Tenemos que ver a la minería como una actividad que no superará el año 2050. Para esa fecha los minerales tendrán sustitutos sintéticos más baratos y disponibles en cualquier país del mundo; la riqueza minera que tenemos enterrada se quedará allí para siempre. Debemos aprovechar ahora, sacar esa riqueza que tenemos y generar ingresos fiscales para que nuestro país desarrolle la infraestructura que nuestro agro necesita para ser líder en el mundo -en más productos de lo que es ahora-.
Nuestro agro con mejores carreteras, con ferrocarriles, con mega puertos y aeropuertos, más represas para nuevas irrigaciones, canales de conducción del agua, mercados mayoristas modernos, con recursos de financiamiento y capitalización para nuestros productores; hará que el Perú asuma el liderazgo mundial en otros productos: en lo forestal, tubérculos, oleaginosas, flores, frutas exóticas y desde luego la gran industria alimentaria con insumos más frescos y naturales.
¿Y por qué el agro debe ser priorizado en la agenda nacional de inversiones y promoción económica? Primero porque lo dice la Constitución (Art. 88) y segundo porque dejándonos de vainas la Diversificación Productiva no necesita de mucho análisis: en lo único que el Perú gana y ganará campeonatos mundiales sostenidamente es en la agricultura y lo hemos visto con caña de azúcar, espárragos, capsicum, uvas, paltas, mangos, alcachofa, cafés y cacao premium, granos andinos, tara, cítricos, arándanos y próximamente las frambuesas.
El agro debería ser la apuesta país por el futuro y para tener los músculos necesarios para pelear con el mundo, necesitamos infraestructura ¿y cómo financiamos la infraestructura? pues con los impuestos que debe pagar la minería, los hidrocarburos y demás sectores.
Soy una persona que no podría estar en contra de la agricultura. Pero tampoco estoy en contra de la minería; de aquella minería que cuida el medio ambiente, que respeta a su entorno social y que paga impuestos para el desarrollo de nuestro país.
La agricultura representa actualmente (PBI, año base 2007) el 6% de nuestra economía, mientras que la minería e hidrocarburos representa el 14.4% de la economía. Para medir la importancia estratégica de un sector versus el otro, habría que tener en cuenta más elementos de análisis como generación de empleo, inversiones, impuestos que paga la actividad y encadenamiento con otros sectores.
El agro ocupa a cerca de 5 millones de personas, al 25% de la PEA (Población Económicamente Activa) del Perú; mientras que el sector minero e hidrocarburos solo ocupa a unas 200 mil personas, el 1% de la PEA. El empleo del agro supera largamente a la minería, aunque las remuneraciones del sector minero formal son más altas. No me creo el estribillo de que por cada puesto de trabajo que ocupa el sector minero, se generan 9 empleos en otros sectores.
En el agro, las nuevas inversiones calculadas a partir de las importaciones de equipos de riego y maquinaria agrícola, además de la inversión pública en infraestructura no superan los USD 500 millones anuales. Mientras que la inversión minera supera fácilmente los USD 5,000 millones anuales.
El agro prácticamente no paga impuesto a la renta, los cerca de USD 200 millones que paga anualmente, se netea con lo que reciben las agroexportadoras por concepto de drawback. Mientras que las empresas mineras aportan cerca de 30% del impuesto a la renta que recauda el país. No obstante, un agro mucho más capitalizado y desarrollado, en un par de décadas será principal contribuyente del país.
En el encadenamiento con otros sectores, es indudable que el agro tiene ventaja tanto en los servicios de alimentación al país como con la industria de alimentos. El sector minero sustenta a una industria metalmecánica, que aunque importante, no llega a superar los USD 500 millones en exportaciones.
El tema de fondo es que no debe haber una oposición entre la minería y el agro. Con claros estándares de respeto al medio ambiente e instituciones fuertes para promover solo los proyectos mineros que sean ambiental y socialmente viables; no tendríamos que sufrir protestas que paralizan las economías regionales.
Tenemos que ver a la minería como una actividad que no superará el año 2050. Para esa fecha los minerales tendrán sustitutos sintéticos más baratos y disponibles en cualquier país del mundo; la riqueza minera que tenemos enterrada se quedará allí para siempre. Debemos aprovechar ahora, sacar esa riqueza que tenemos y generar ingresos fiscales para que nuestro país desarrolle la infraestructura que nuestro agro necesita para ser líder en el mundo -en más productos de lo que es ahora-.
Nuestro agro con mejores carreteras, con ferrocarriles, con mega puertos y aeropuertos, más represas para nuevas irrigaciones, canales de conducción del agua, mercados mayoristas modernos, con recursos de financiamiento y capitalización para nuestros productores; hará que el Perú asuma el liderazgo mundial en otros productos: en lo forestal, tubérculos, oleaginosas, flores, frutas exóticas y desde luego la gran industria alimentaria con insumos más frescos y naturales.
¿Y por qué el agro debe ser priorizado en la agenda nacional de inversiones y promoción económica? Primero porque lo dice la Constitución (Art. 88) y segundo porque dejándonos de vainas la Diversificación Productiva no necesita de mucho análisis: en lo único que el Perú gana y ganará campeonatos mundiales sostenidamente es en la agricultura y lo hemos visto con caña de azúcar, espárragos, capsicum, uvas, paltas, mangos, alcachofa, cafés y cacao premium, granos andinos, tara, cítricos, arándanos y próximamente las frambuesas.
El agro debería ser la apuesta país por el futuro y para tener los músculos necesarios para pelear con el mundo, necesitamos infraestructura ¿y cómo financiamos la infraestructura? pues con los impuestos que debe pagar la minería, los hidrocarburos y demás sectores.
Por Angel Manero Campos
http://www.agronegocios.pe/columnas/politica-agraria-por-angel-manero/item/5914-agro-versus-mineria
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