1 de septiembre de 2011

Gestión en los tiempos del cólera

Uno de los mejores libros de la literatura latinoamericana ha sido “amor en los tiempos del cólera” sin embargo este cólera (bacteria) es diferente a la cólera que todavía irradian algunos líderes de opinión contra los funcionarios del actual gobierno. En lo personal no voté por Gana Perú, sin embargo debo reconocer que en lo que va de este gobierno, en los temas centrales, lo están haciendo bastante bien.

Regresando a la cólera, existe un cargamontón mediático al nuevo jefe de DEVIDA. La paradoja está en que al anterior jefe se le veía más en reuniones sociales que en el VRAE pero siempre que acudía a los medios decía: “Hay que erradicar” lo que resultaba más que suficiente: poco de trabajo y mucho de arenga.

Ahora tenemos un jefe que tiene mucha cercanía a los cocaleros y puede servir de nexo efectivo para canalizar sus demandas y entender perfectamente cuál es la realidad de las cosas. Poco ganamos con “jefes” beligerantes, poco empáticos que ensanchan más las diferencias y distorsionan la comunicación.

Adicionalmente DEVIDA es una entidad poco dimensionada que en la práctica no tiene capacidad para hacer mucho. La interdicción, erradicación y lucha contra las mafias organizadas cae más en los ámbitos del Ministerio del Interior, mientras que el desarrollo productivo y por lo tanto la reconversión recae en el ámbito del MINAG.

EL GRAVAMEN

El Ministro de Economía mencionó ayer que el nuevo gravamen a las mineras reemplazaría al actual sistema de regalías y allí sí que entro en conflicto racional. Me explico, una empresa minera debe tener en promedio una utilidad operativa de 30 a 40% sobre ventas. Si le aplico un 10% de gravamen entonces le voy a cobrar entre 3 y 4 % de las ventas. Si las regalías antes llegaban al 3% y además las mineras aportaban al fondo minero de solidaridad, entonces estamos cambiando papas por camotes.

Es decir la recaudación prácticamente será la misma con el riesgo que ahora cada minera forme una empresa por cada mina y allí sí que las utilidades operativas serán más bajas y por lo tanto la recaudación menor.

En el fondo lo bueno es que no perdemos competitividad para seguir atrayendo inversión minera y reitero: en pocas décadas los minerales que hoy tienen demanda, tendrán sustitutos más competitivos y nos quedaremos con unos lindos metales enterrados en los andes.

Angel Manero Campos

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