En 1994, García Márquez publica su novela-cuento “Del amor y otros demonios” donde la trama como siempre nos deja confundidos entre la realidad y la fantasía, de creer o no creer que a una joven después de fallecida le siga creciendo el cabello. En analogía el arroz para el Perú ya va cayendo entre lo real – maravilloso, de creer o no creer que se sigue sembrando más arroz en la costa o si el cultivo es positivo o negativo para el país.
En Arequipa vemos como se da maravillosamente la rotación de arroz y alcachofa y además como campos que han sido arroceros por años, una vez subsolados han sido convertidos a sembríos de frutales. No me queda tan claro si el cultivo de arroz echa a perder los suelos irremediablemente. Sí está claro que en algunos valles hay una clara disputa por el agua y en algunos casos la falta de drenes genera externalidades negativas (daños colaterales) a los campos vecinos.
Perú se va acercando a las 400 mil hectáreas de arroz y la producción de arroz pilado supera los 1.8 millones de TM, por lo menos 200 mil TM más que el consumo nacional. Lo que sumado a las importaciones de arroz (90 mil TM) nos permite indicar que las existencias de arroz almacenado se han incrementado y por otro lado hay mayor presión para que fluya el contrabando de arroz a países vecinos.
Sin embargo la sobreproducción de arroz no ha conseguido bajar los precios internos que se mantienen en alza, siguiendo en parte una ligera tendencia al alza de los mercados internacionales en los últimos meses. También probablemente a un mayor orden en la oferta que evita saturar el mercado y a una mejor posición financiera de los molinos que pueden tener la capacidad para almacenar producto por varios meses.
Nota aparte merece el mercado de Santa Anita, lugar físico donde se forman los precios del arroz cada día. Esta situación hace que si en un par de días llega 10 o 20% menos de lo acostumbrado entonces hay pánico y empieza la especulación.
Ya he comentado anteriormente que la industria azucarera da un ejemplo al agro de cómo salir al mercado con una oferta ordenada, que evite caídas de precios; parece que el arroz le está siguiendo los pasos y esperemos que sigan otros productos del agro como la papa o maíz, aunque en estos últimos casos es más difícil dada la existencia de miles de ofertantes con poco poder de mercado (competencia perfecta).
Para un Ministro de Agricultura el que suban los precios de los productos agrícolas en los mercados equivale a la aparición del “demonio” un mal de enormes dimensiones que probablemente le cueste una reprimenda en el Consejo de Ministros. Lejos de preocuparse nuestro Ministro debería alegrarse por los cientos de miles de productores arroceros y por toda la cadena de la industria.
El arroz se sigue cultivando en la costa, sencillamente porque no hay un sustituto que lo reemplace. Qué otro producto se puede hacer en la costa con poca inversión, que le dé al agricultor liquidez en pocos meses, que no necesite el mayor cuidado y presuma de ser menos riesgoso.
Hasta ahora la reconversión de cultivos va a paso de lombriz y el estado en su rol subsidiario no ha sido capaz de emprender un proyecto para reconvertir siquiera unas diez mil hectáreas. También, hay que decir, que es difícil reemplazar el arroz. El minifundio y la falta de titulación hace bastante lento el desarrollo de un mercado de tierras y de otra parte reconvertirlos a un cultivo tecnificado tiene el reto difícil de diseñar los sistemas de riego para pequeñas extensiones y además se complica el manejo técnico y coordinado del cultivo.
Probablemente lo más sensato sea solo apuntalar la titulación y una propuesta que merece más análisis: urbanizar algunas áreas arroceras: El estado podría comprar estas tierras para destinarlas a las urbanizaciones populares con vivienda subsidiada para asegurar el recurso humano del otro agro moderno.
Comprar 10,000 Has para viviendas populares, equivale a comprar 100 Km2 (La ciudad de Sullana tiene 488 Km2). Diez mil hectáreas de arroz en un valle como el bajo Piura donde se hace dos campañas al año, implica actualmente una demanda de agua (en boca de reservorio) de unos 2,000 millones de m3 anuales; lo que permitiría desarrollar potencialmente y con eficiencia en el transporte del agua y en zonas eriazas: entre 75 y 100 mil hectáreas de otros cultivos con riego tecnificado.
Vale la pena evaluar la reconversión de áreas de arroz allí donde falte agua, aunque haciéndolo, habrá una tendencia al alza de los precios en el mercado, lo cual para el ministerio de agricultura ya parecerá el Armagedón.
Angel Manero Campos
Columnista
Agraria.pe
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