Empezando por la costa y los valles interandinos y altoamazónicos
Revista Agronoticias
El problema de la pequeña propiedad agraria en el país, especialmente en la costa y los Andes, es uno de los temas centrales que debemos encarar pronto.
● Se trata de un subsector con alto potencial productivo, pero que hoy rinde muy poco; lo cual se traduce en ingresos de pobreza y mera subsistencia para los pequeños productores.
● Según el III Censo Nacional Agropecuario, de 1993, en el país entonces existían 1`480,000 productores, con un total de 3´704,400 unidades agropecuarias menores de 10 hectáreas c/u. Esto indica que en promedio cada pequeño productor explotaba alrededor de 2.7 hás., lo cual explica la pobreza de la mayoría de ellos.
●Dentro de este marco, las tierras con mayor potencial están localizadas en la costa: cerca de 800,000 hectáreas, en predios que van entre 5 y 10 hectáreas, en gran medida como resultado del irracional proceso de parcelación de las cooperativas formadas por la Reforma Agraria.
● Pero como casi todos estos predios tienen riego y están cerca del gran mercado, constituyen el mejor patrimonio agrario del país y entrañan la gran posibilidad de contribuir con una buena parte de los empleos que se requieren en el área rural, además de producir alimentos para el abastecimiento nacional y poder incorporarse —gradualmente— a la moderna economía agroexportadora.
● Entonces, resulta imperioso introducir en este universo eficientes medidas de gestión, innovación tecnológica y capitalización, para que en el mediano plazo las pequeñas propiedades dejen de engendrar problemas y pobreza.
En tal sentido, primero, debemos tener muy claro que se necesita una política nacional que ponga en valor dinámico y positivo al potencial productivo de esas tierras. Pero no con medidas paternalistas ni estatizantes, sino promotoras y facilitadoras, que estimulen la creatividad, el trabajo y la responsabilidad de los productores, en especial los más jóvenes.
● Por lo mismo, se trata de diseñar un programa simple y operable, como por lo general son los que tienen éxito en el mundo agrario, con eje de la asociatividad gremial y empresarial de los pequeños productores, así como rentabilidad productiva, para facilitar su incorporación, concertación e interacción con el mercado y el Estado.
● En aras de ello planteamos:
- No alterar el modelo económico ni el marco jurídico vigente;
- Hacer cumplir lo dispuesto por la Constitución para el agro y evitar la formación de nuevos latifundios antisociales
- No regalar dinero estatal con el cuento de la “modernización productiva”. Por consiguiente, deben replantearse los actuales programas de Compensaciones para la Competitividad-AgroIdeas y “AgroEmprende”.
- Cualquier ayuda técnica, financiera y promocional para los pequeños productores, debe estar condicionada a la modernización y rentabilización de sus predios, con metas y plazos definidos.
- Frenar la proliferación del minifundio y promover la asociatividad de los pequeños productores en cooperativas u otro tipo de empresas con el fin de posibilitar el trabajo organizado y la prestación de servicios con economías de escala, para lograr alta productividad y mejorar las condiciones de negociación en compras, contrataciones y ventas.
- Financiar la constitución formal de las empresas conformadas por pequeños propietarios asociados, así como los gastos iniciales de éstas y los estudios que demuestren la viabilidad y rentabilidad de los negocios planteados. Es decir, cubrir todos los intangibles previos a la inversión productiva, como un estímulo a la asociatividad.
- Facilitar financiamiento promocional para la etapa productiva de los proyectos asociativos, trátese de nuevas cédulas o de innovaciones tecnológicas. El financiamiento debe ser de mediano a largo plazo, para ser pagados con la misma producción. Esto es fundamental para incorporar a los pequeños productores al concierto del mercado y el progreso.
- Diversificar negocios para reducir riesgos, sumando a los rubros agrícola, pecuario, agroindustrial y forestal ─donde sea posible─ los de artesanía, turismo y servicios ambientales, por ejemplo, en un esfuerzo por impulsar, de manera integrada, el desarrollo rural.
- Atender a los pequeños productores pobres y no rentables, con programas sociales transitorios, pero también condicionados, como podría ser un “Juntos Agrario”, para ir estimulándolos a incorporarse productivamente a la economía de mercado.
Obviamente, lo antes expuesto requiere de un compromiso decidido del gobierno y los mismos productores. En este sentido, cabe destacar que ningún Estado responsable deja de promover a su agro.
● En el Perú, luego de saldar pasivos históricos y sociales mediante la Reforma Agraria, erramos el rumbo hasta llegar a la deplorable situación donde estamos.
● Es hora de voltear la página y aplicar soluciones eficaces, conjugando economía de mercado y política de inclusión social.
● Por lo mismo, debemos imponernos metas definidas en el tiempo y el espacio. Por ejemplo, antes del bicentenario de la independencia nacional debemos haber modernizado lo más valioso del agro de la costa y de los valles interandinos y de selva alta. No es imposible.
● El punto de partida para ello debería ser el 2012. Ojalá que así lo asumamos todos los agrarios en estas fiestas de reencuentro con la reflexión, la paz y los buenos deseos.
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