Visitamos concepción a mitad de la semana pasada para conocer el estado del cultivo de alcachofa en la región. Lo primero que hay notar es que de las casi 70 mil hectáreas bajo riego del valle, buena parte de esas tierras no son irrigadas directamente por el rio Mantaro, con lo cual el riesgo de contaminación con aguas residuales de minería es bajo. También –anecdóticamente- quedan pocas retamas rodeando los caminos a Huancayo.
La historia del desarrollo empresarial de la alcachofa en Junín ha tenido sus altibajos, algunas empresas han debido retirarse, ha quedado una importante en la zona, pero con la imperiosa necesidad de integrar a los agricultores a sus operaciones; y es que a diferencia de la costa, en el valle del Mantaro no puede existir el modelo empresarial donde la gran empresa es propietaria de las tierras, dado que la estructura de la propiedad está muy dispersa y no hay un mercado de tierras desarrollado.
Hace unos años comentábamos cuán importante es la integración vertical en las empresas del agro para asegurar su materia prima, ya que cada vez hay más competencia por el abastecimiento de terceros. Pero la integración vertical puede darse de varias formas: comprando las tierras directamente, comprando empresas que tengan las tierras o articulando a numerosos agricultores a nuestra operación. Pero para que esta articulación con agricultores se pueda considerar integración vertical debe ser fuerte, sostenible y segura en cuanto a su funcionamiento.
Las empresas que articulan a pequeños agricultores tienen la difícil misión de implementar esquemas efectivos de asistencia técnica, facilitación del financiamiento, supervisión, labor social, compra segura de la producción; deben entregar el suficiente valor a los agricultores asociados para que ellos encuentren muy difícil retirase de la cadena productiva.
Integrar a los agricultores es difícil en la costa que tiene mejor infraestructura, imaginemos cuánto más difícil es hacerlo en la sierra con una menor infraestructura y con un medio social de mayores carencias. Pero es posible, en alcachofa por lo menos está el ejemplo importante de AGROMANTARO de persistir, a pesar de los problemas, en implementar sus cadenas productivas. Este esfuerzo privado debería multiplicase en la región pero es lento.
La “Ley de Promoción para el desarrollo de actividades productivas en las zonas altoandinas” no aplica en empresas que han tenido años de pérdidas, ya que tienen un “colchón” tributario y no pagan renta. La eliminación de aranceles nos los favorece, casi no hay arancel para la importación de implementos agrícolas y más aun, los equipos que utiliza la agroindustria ya son producidos localmente.
Después de Concepción visitamos Chanchamayo para conocer la operación de la cafetalera LA FLORIDA y participar del primer evento de Biocomercio. Es interesante ver el empuje de esta cooperativa, a pesar de las dificultades, están avanzando en comercialización, en financiamiento (CREDIFLORIDA). Esta cooperativa se creó en 1966 (antes del gobierno del general Velasco) y también tuvo que sufrir las desgracias del terrorismo; a pesar de ello hoy facturan más de USD 15 millones y tienen unas certificaciones de calidad impresionantes. Paradójicamente podemos decir que esta cooperativa que fue creada por propia voluntad, y no por obra y gracia del gobierno militar, es una de las que más sostenibilidad ha tenido.
No obstante La Florida también tiene sus retos de integración. Cómo dar valor al asociado para que no venda su producción a los acopiadores o grandes exportadores de café que llegan a comprar a la zona, cómo pelear esos años donde el precio spot del café convencional es mayor que el precio de sus cafés orgánicos, especiales o comercio justo; en momentos donde un comprador externo puede ser más competitivo que ellos, que tienen una alta carga social es sus estados de ganancias y pérdidas.
Para resumir podemos decir que la integración de agricultores y empresas es posible, que hay buenos ejemplos de ello, pero es una tarea ardua y constante, una tarea que requiere apoyo. Mucho esperábamos de COFIDE y sus PFE para este tipo de modelos de negocio, pero COFIDE ya opera casi tal y cual un banco de inversión, si continua así mejor que se venda y el estado recupere ese capital estancado. Agrobanco no tiene el tamaño suficiente como para encargarse de esta tarea, le cae un resfrío (tres millones mal colocados) y aparece con pérdidas en el año fiscal.
Con el conocimiento del caso habiendo sido director de Agrobanco. Creo que más conveniente para el agro peruano seria convertir el patrimonio de Agrobanco en un gran fondo de garantía para el agro, para que este fondo, administrado por un directorio autónomo, pueda garantizar operaciones de financiamiento principalmente a pequeños agricultores articulados eficientemente con el mercado. Financiamiento que podría ser tomado en cualquier banco para que exista competencia en las colocaciones.
Angel Manero Campos
Columnista
Agraria.pe
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