Serie: Relatos cortos (2/10)
Por Angel Manero
El Pañuelo
El centro educativo 21001 –ahora Zoilo Candela Sánchez-
se ubica en la Urb. Ramos Larrea de Imperial. Para llegar allí, todos los días,
debías de caminar cerca de 30 minutos. Sufrían los zapatos, por lo que debías llevar una
escobilla para limpiarlos antes de entrar al colegio. Supongo que te
matricularon allí porque tus hermanas estudiaban la secundaria en el colegio
vecino “El Carmen”.
El 21001 era un colegio de unas 10 aulas, y fue todo un suceso
la vez que los padres de familia construyeron, con diversas actividades, dos
aulas adicionales. Para ese entonces conociste por primera vez lo que era una “parrillada” y una “frejolada con seco” pro-fondos.
El camino al colegio
era una ruta acompañada de anuncios. En algún lugar se promocionaba la venida
de un tal “Chacalón” en otro tiempo “Los Shapis con Chapulín”; años después comprenderías
la importancia de estos personajes en la historia nacional de la música
popular. En el colegio "El Carmen" había un letrero enorme que decía “El que estudia triunfa” y en un mural de tu colegio: “Yo quiero que me enseñe un maestro de verdad,
que hábil maneje la tiza y defienda la igualdad…”.
Fue el año 1981 cuando ingresaste al primer grado con menos de 5
años. Para que te acepen, el director Zoilo Candela te tomó un examen. Te llevaron al aula y encontraste una niña de compañera de carpeta, el profesor Chung dibujaba algo en la pizarra. Había que copiar los dibujos en el cuaderno y descubriste que no podías hacerlos, aún recuerdas ese desconcierto del primer día; sin embargo la niña del
lado hacía unas figuras perfectas; le pediste ayuda y ella te enseñó. Cómo
olvidarla –Ana María Q.- Al finalizar el primer año, te alegraste cuando en la clausura la
llamaron para entregarle un diploma de primer puesto; y la sorpresa fue que el segundo puesto te lo dieron a tí. No podía
ser de otra forma, si hacías lo mismo que ella.
Años después, empezaba el gobierno aprista, hecho que no
cortó las sufridas huelgas de profesores. Pero había un profesor “de la
estrella” que no hacia huelga y te metías a su clase. El profesor Mejía era un
tipo ameno y exigente, al que por no hacer huelga le decían “amarillo”.
Había mucha diversión en el patio del colegio.
Un día jugaban “La lleva” que consistía en atrapar al compañero. El problema
de correr velozmente es que si te caes hay complicaciones, y en una caída te
rompiste la ceja. Enormes cantidades de sangre te brotaron, tratabas
de contenerla con la mano pero no se podía; álguien
te alcanzó un pañuelo, luego te llevaron a la
posta médica del jirón Sucre y te cosieron la herida.
Al día siguiente, al salir de tu casa para el colegio, tu
madre te entregó el pañuelo lavado y planchado para que se lo entregues al propietario. Pero ¿Quién era? No recordabas quién te dio el pañuelo, preguntaste
y nadie sabía. Llevaste el pañuelo varios días al colegio esperando que el
propietario aparezca. Como resultado, te acostumbraste a usarlo y desde entonces
y hasta ahora llevas pañuelos contigo.
Nunca apareció el propietario del pañuelo hasta hace unos
meses, después de 29 años. Participaste en una reunión social en San Vicente y
allí te presentaron a un emprendedor cañetano -Jaime F.- Para sorpresa de la
vida, él se acordaba de ti, de aquel día que te caíste, y desde luego, de
que nunca le devolviste su blanco pañuelo.
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