24 de septiembre de 2015

TU ENVIDIA SECRETA

Serie: Relatos cortos (9/10)
Por Angel Manero

TU ENVIDIA SECRETA

Victoria Santa Cruz, hermana de Nicomedes, en su homenaje a la Marinera Limeña decía “la danza es orgánica, sentida, brota del alma del ser… es eso que no se remeda, que no se cuenta 1,2,3”. No podrías estar en desacuerdo con Victoria, pero tu caso debe ser algo excepcional, eres aficionado a escuchar todo tipo de música, recuerdas incontables composiciones, reconoces la melodía apenas empieza una canción; pero el bailar, es un verbo muy ajeno a ti.

Tal vez, se te pasó escuchar una fábula o existe una hoja perdida de la biblia que diga que Dios creó al hombre y dispuso que a cada persona se le asigne un don, una sola habilidad, y los demás dones los debía adquirir con mucho esfuerzo. El don del baile no te fue entregado y para confirmarlo te bastará recordar aquella fiesta tradicional del “Santiago” en Junín cuando el maestro de ceremonia mencionó que bailabas rock de los 80s, o aquella vez donde te dijeron que bailas como un árbol.

Para ti, que presumes de ser cañetano donde vas, es una carga haber nacido en la capital nacional del arte negro, cuando se trata de bailar un festejo. Desconoces los motivos de tu incompetencia en esta materia, quizás te faltó practicar de joven.

Cómo olvidar tu primera fiesta oficial, el año nuevo de 1993, saliste a bailar y de pronto todos en la pista de baile se movían de un lado para otro, casi en simultáneo hacían coreografías. Te pareció que había una cámara oculta filmado una broma, acaso tus amigos te habían preparado una "emboscada". Lo bueno de ti fue que sin importar la coreografía grupal, seguiste bailando a tu modo. Después te enteraste que aquella canción era el famoso “meneíto”.

Ismael Rivera, tenía una divertida canción “Yo no soy médico, ni abogado, ni tampoco ingeniero, pero tengo un swing, que muchos quisieran tener… yo casi no sé escribir, yo casi no sé ni leer, pero tengo un swing” y no es que los profesionales no sepan bailar, pero sospechas que de todos ellos, los ingenieros son los menos cadenciosos en cuanto a ritmos populares.

Al parecer, a absolutamente todas las mujeres les gusta bailar y no hay forma de escaparse de la pista de baile, como tampoco la había en la infancia, cuando las tías te obligaban a bailar con las niñas en las matinés.

De los siete pecados capitales (lujuria, ira, orgullo, codicia, pereza, gula y envidia) quizás del último no te escapas, porque debes reconocer que secretamente, y a tu modo, envidias a esos “malditos” bailarines de cada fiesta.

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