18 de febrero de 2011
No mentirás
Por: Jaime De Althaus Guarderas
Viernes 18 de Febrero del 2011
Diario El Comercio
Alejandro Toledo está haciendo promesas que no podrá cumplir y que, por lo tanto, le rebotarían en la cara si llegara a ser elegido. La principal de ellas, que repite en todos sus mítines, es la relativa al precio de los alimentos. Es muy fácil decir que hoy podemos comprar menos con un sol y agitar luego el espantajo clásico del acaparamiento y la especulación. ¿El pan es hoy más caro que hace ocho años por el acaparamiento y la especulación? Por favor.
Es obvio que hoy todos los precios en general han de ser mayores que hace diez años, por la sencilla razón de que, por más que tengamos en el Perú la inflación más baja de América Latina, de todos modos existe y ella ha sido de algo menos de 2.5% promedio en los últimos diez años, lo que supone un incremento de precios general cercano al 28% en diez años.
Además, en el caso específico de los alimentos ha habido incrementos mayores debido al crecimiento de la demanda mundial ocasionado por la acelerada expansión de la clases medias en los países emergentes, principalmente en la China, que incorpora anualmente a cerca de 30 millones de personas que salen de la pobreza y consumen más. Y, luego, coyunturalmente, como ahora, como consecuencia de sequías en extensas áreas del planeta. Entonces, si aumenta sostenidamente la demanda y se reduce coyunturalmente la oferta, los precios suben considerablemente.
Es claro, por lo tanto, que Toledo no podrá cumplir la promesa de mantener el precio de los alimentos y menos aun de reducirlo. Él lo sabe, pero igual promete, que es una forma, entonces, de mentir. El problema vendrá –si es elegido– cuando efectivamente trepe el precio de las existencias. Allí la gente se sentirá engañada, traicionada, como ya ocurrió en su primer gobierno con la proliferación de promesas locales que hizo que no pudo cumplir y con su alejamiento y ausencia de los pueblos y el abandono de los programas sociales.
Lo que está haciendo, entonces, es incubar la misma fuente de descontento y desencanto que ya jaqueó su permanencia en el poder cuando durante casi tres años seguidos la aprobación de su gestión no superaba el 10%, sembrando profunda inestabilidad política en el país. Es de suponer que ha aprendido de esa experiencia, y corregiría los errores de estilo de gestión, pero lo que no ha aprendido es a no repetir los errores de campaña, de buscar el aplauso fácil con promesas que luego no podrá cumplir. El problema es que el entusiasmo de ahora será proporcional a la decepción de mañana, y eso no será solo un problema de él, sino del país entero.
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