13 de febrero de 2011

Robín Hood, IGV, Felipe Maywa y Sierra Productiva

Me ha causado sorpresa leer unas declaraciones de Don Alfonso Velásquez acerca de que la familia Oviedo cumple el rol de los “Robín Hood” en la industria del azúcar. Una frase paradójica puesto que empieza por reconocer que son una especie de “bandidos” que andan robando a los ricos, y quiénes serán los ricos: los grupos de trabajadores accionistas o el Estado que la semana pasada nos ha dado muestra de opulencia rebajando en un punto el IGV.

Bajar de 19 a 18% el IGV no tiene ningún impacto en promover la formalización, ni siquiera en buscar contener cierta presión inflacionaria, por el contrario se afecta de manera importante la recaudación en un país que aún tiene mucho por redistribuir e infraestructura por construir. Para fomentar la formalización se requiere tener un IGV cercano al 10%, ni siquiera un 15% permitirá formalizar las ventas de manera importante. Mucho más eficiente hubiese sido bajar la contribución de ESSALUD de 9 a 4% para todos los sectores (el impacto en la caja fiscal hubiese sido similar) y allí sí se promovería el empleo formal que acabaría beneficiando a millones de trabajadores que pasarían a planilla con los beneficios de acceder al sistema de salud y ser parte de circuito financiero.

La primera vez que escuché el nombre de “Felipe Maywa” fue en una composición de Alicia Maguiña en homenaje a José María Arguedas (El taita Felipe Maywa hará morir a la muerte y al pie de los maizales vivirás eternamente… ya las penas se acabaron, todas te las has sufrido… ). Ya en el colegio había leído los “Los ríos profundos” y “Todas las sangres” libros que sumados a “Paco Yunque”, “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana” y “El mundo es ancho y ajeno” eran como un “caldo molotov” para promover en nuestras mentes jóvenes y en formación el resentimiento a lo que se podría llamar la “élite oligárquica” y “la empresa capitalista abusiva”.

Es imposible negar que hasta hace unas décadas nuestro país ha sido un país poco integrado, donde efectivamente grupos reducidos de poder han gobernado el país en desmedro de una mayoría. Pero desde 1990 creo que ha habido un cambio importante en nuestra historia, fue un punto de quiebre donde por un lado el descontento social desbordó en terrorismo, se liberalizó la economía y se empieza a desarrollar los medios masivos de comunicación (televisión, telefonía e Internet). Desde esa década hasta ahora hemos visto como varios nuevos emprendedores migrantes están cambiando la historia empresarial de nuestro país y hoy en día podemos decir que el suelo está casi parejo, que el grueso de la población cuenta con oportunidades para surgir, para realizar emprendimientos (Azucareras lambayecanas: lo amoral no cuenta) y también para decidir entre todos quiénes llegan al gobierno.

Dicho lo anterior es menester reconocer que hay un sector rural principalmente andino que merece nuestra atención y allí radica la importancia de un programa como Sierra Productiva. Hace unos años evaluamos la factibilidad de que se aporten recursos a este programa y veíamos lo difícil que era comprometer fondos públicos allí, dado que los perfiles de proyectos son muy específicos a la zona, que es difícil establecer indicadores de resultados y oneroso ejecutar y monitorear. Lo ideal era transferir esos fondos a operadores locales que puedan ejecutar estos pequeños proyectos. Formamos opinión para que se promuevan los núcleos ejecutores y sean los mismos grupos de pobladores asesorados por un gestor quiénes utilicen esos fondos y asuman la responsabilidad de su uso eficiente. Sin embargo a pesar que se cuenta con la herramienta presupuestal el sector público ha hecho poco por apoyar este programa.

Probablemente Sierra Productiva no ha avanzado mucho porque existe otro importante enfoque: El modelo chino, el cual da prioridad al desarrollo de ciudades intermedias. Es decir priorizar el gasto público en desarrollar ciudades que puedan absorber a la migración (que es un proceso que se da espontáneamente y de manera desordenada desde hace varias décadas) para concentrar allí la provisión de servicios como vivienda subvencionada, agua, energía, educación, salud etc. Es mucho más eficiente para el gasto público que la población se concentre y no esté disgregada en pequeñas aldeas.

Sin embargo ahora me parece más conveniente desarrollar ambos enfoques al mismo tiempo, núcleos ejecutores para Sierra Productiva y fomento de las ciudades intermedias puesto que con esto se lograría que quienes efectivamente busquen nuevos horizontes puedan migrar y los renuentes a irse encuentren una alternativa de desarrollo en su propio pueblo. Lo anterior obedece también a una razón antropológica, sociológica y hasta psicológica pues existen personas que tienen una excesiva nostalgia una vez que han abandonado su terruño, nostalgia que no los abandona nunca y sólo la energía de las grandes montañas parece confortarlos. Aparentemente existe mucha nostalgia subyacente en nuestra población migrante, allí los spot televisivos de una campaña presidencial con la música de fondo de “muchacho provinciano” parece aprovecharla muy bien.

Haberle negado a Arguedas el merecido honor que el nombre oficial de este año celebre los 100 años de su nacimiento muestra que nuestro país tiene todavía la tarea de comprender que lo bueno y lo malo del pasado debe servir para construir un futuro mejor, nunca para lamentarse eternamente, ocultarlo o pretender condenarlo al olvido. Aún el Estado puede reivindicarse con Arguedas apoyando fuertemente Sierra Productiva. Necesitamos redistribuir más y por favor no bajemos otro punto del IGV teniendo esta tarea pendiente.

Angel Manero Campos
Columnista
Agencia Agraria de Noticias
www.agraria.pe

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