30 de agosto de 2011
“Ahora sé que las cosas van para arriba”
ENTREVISTA A KATIA PÁSARA. MI PARCELITA BIO ENTREGA
CREÓ JUGUETES DE MADERA QUE FUERON SENSACIÓN EN DÉDALO, DISEÑÓ ROPA PARA NIÑOS QUE BRILLÓ EN SAGA, NINGUNO DE SUS EMPRENDIMIENTOS PROSPERÓ. CONTRA ELLA CONSPIRABA SU NULO TALENTO PARA EL MÁRKETING. PERSISTIÓ. HIZO GRANOLA, TAMBIÉN MOVILIDAD ESCOLAR. HOY, CON PRODUCTOS ORGÁNICOS, HA DADO CON LA TAN ANSIADA ALTERNATIVA
Por: Antonio Orjeda
Martes 30 de Agosto del 2011
El Comercio
Katia Pásara está convencida de que, de ser por ella, Mi Parcelita ya habría quebrado. Tras años ejerciendo mil oficios, hoy se siente feliz, dice haber encontrado la chamba a la que piensa dedicarse de aquí en adelante. Junto a ella labora la responsable de que este servicio de envío a domicilio de frutas, verduras y demás productos orgánicos se mantenga en pie: Jeni Martin. Katia confiesa que aún le cuesta relacionarse con los clientes, lo suyo es la logística, el trato con los proveedores. Jeni, en cambio, es Miss Simpatía. Juntas tienen nueve meses invadiendo esta plástica ciudad con productos 100% naturales.
Cinco años atrás, a raíz de una serie de alergias que empezó a desarrollar su hijo, fue que usted se interesó por el mundo de los alimentos orgánicos.
El médico me dijo: “Tienes que suprimirle tales y tales alimentos, Lucas tiene que comer todo orgánico”. Así empezó; y yo comencé a consumir orgánico –todos en casa–, y no solo nos ayudó con las alergias de Lucas, yo también me comencé a curar de las mías. Alergias con las que yo ya me había acostumbrado a vivir.
Antes había intentado iniciar un par de negocios: hizo juguetes y diseñó ropa para niños. En ambos fracasó.
Cuando Lucas estuvo como de 2 años, diseñé juguetes de madera. Era dificilísimo… Los vendí en Dédalo, pero la venta solo funcionaba en Navidad. Estuve en eso dos o tres años. Después comencé a hacer ropa para niños, con diseños precolombinos peruanos. Tuve una socia, nos fue bien. Pero duró solo un rato. Vendimos en Saga. Después diseñé ropa para mujer, pero ninguna de esas cosas me funcionó.
¿Qué tan bravo fue descubrir que no era buena para las ventas?
No fue bravo porque era consecuencia de mi personalidad. De lo contrario, hubiera sido no aceptar que soy de tal forma, y sí, pues, no soy buena para eso.
¿Qué se siente saber que se tiene talento para diseñar, crear productos que gustan pero, a la vez, que se carece de capacidad para promocionarlos?
Horrible. Pero horrible un ratito, porque saberlo es el paso previo para saber qué es lo que voy a hacer. En las clases, a Juan [Infante] yo siempre le decía: “Ya, yo puedo hacer números, ser organizadísima, ver a los proveedores, ser una hormiga, pero qué pasa si ¡no sé vender!”. De nada me iba a servir, no iba a salir adelante ¡nunca! Él me decía: “Tienes que aprender a hacerlo”. Claro, pero él lo decía porque él es de tal forma, pero yo me conozco.
La chamba de Juan Infante es curiosa y muy necesaria, le enseña a hacer empresa a personas como usted: creativas, pero con actitud cero para las ventas o el márketing de sí mismas.
Claro, porque por ejemplo,el tema de los polos que yo diseñaba, todos me decían: “¡Qué lindos!”. Me hicieron una nota en “Somos”, en Dédalo se morían por mis polos, era una cosa que podía haber funcionado porque, en esa época, era algo que ¡no había! A Juan también le pareció espectacular. Cuando vio mi presentación, me dijo: “Va a funcionar”. No funcionó.
El obstáculo era usted.
¡Yo misma! Ahora Jeni está a cargo de esa parte, y nos complementamos perfecto.
¿En ese entonces cómo enfrentaba el hecho de que a ello tuviese que sumar la responsabilidad de ver por la manutención de su hijo?
Era bien frustrante… Seguir adelante, sin el apoyo del papá…
Económicamente, ¿cómo lo enfrentaba?
Tuve ayuda de mis padres. Aún vivo en casa de mi mamá.
Terminó el colegio, trabajó en distintas cosas y, a los 22, decidió seguir Escultura. ¿No fue una locura haber tomado esa opción?
Claro, una locura… Es que yo siento que fui una adolescente hasta los 25 años. Ahora digo: “¡Cómo pude a los 22 años escoger estudiar Arte!”. ¿Qué quería? Sin embargo, siento que me ha servido un montón, porque ¡todo en la vida sirve!
Fue hace un año que nació la idea de crear Mi Parcelita.
Sí, y la idea fue de Jeni.
¿Por qué la buscó a usted?
Ambas somos mamás del mismo colegio. Un día nos cruzamos, ella estaba triste. Yo la había conocido mucho antes, cuando Lucas tendría 2 años y ella trabajaba en Imaginarium [una juguetería]. Era tan linda con los niños, se tiraba al suelo a jugar con ellos… Lucas no me decía: “Vamos a Imaginarium”; sino: “Vamos a ver a Jeni”. Y cuando nos vimos ese día, nos quedamos conversando. Las dos estábamos tristes: todo nos iba mal… Pero de esa charla nació la idea de hacer leches vegetales. Yo las estaba haciendo para mi hijo. Iniciamos el negocio, y tampoco funcionó.
¡No!
Era bien complicado, porque su caducidad es muy rápida y tienes que contar con la logística adecuada, ¡todo! De ahí ella se dedicó a otras cosas, yo seguí con mis ropas; hasta que comencé a hacer granola, la comencé a vender en una tienda, y ella trabajaba en esa tienda.
Siempre había buscado cómo recursearse.
Por todos lados juntaba plata. Por ejemplo: tenía años haciéndole movilidad escolar a los chicos de por mi casa. Siempre me la he pasado así. Este año –por fin– he dejado de hacer movilidad, soy completamente feliz [ríe]… Era un trabajo muy esclavizante, me partía el día por la mitad.
Bueno, y entonces, ¿cómo nace Mi Parcelita?
Hace un año Jeni me habló de esto. Yo estaba en el negocio de la ropa con otra amiga, con la que todo nos había salido mal [ríe]… Nos engañaron… Y Jeni me dijo que se le había ocurrido esto.
Esto era el plus a las ferias ecológicas que hay los sábados en Miraflores y en otros distritos.
¡Claro! Era un tema por explotar, que nadie hacía. Pero Jeni no me lo contó para que yo fuera su socia, sino para que le diera mi punto de vista. Le dije que me parecía lo máximo. Además, podría vender ¡mi granola! Pero a los dos meses me llamó para plantearme trabajar juntas.
Y se dio la unión del cóncavo y convexo…
En un inicio, no. En un inicio no estaba claro quién hacía qué. Poco a poco fuimos definiendo en qué trabajaba mejor cada una.
Han pasado nueve meses. ¿Siente que esto ya tomó cuerpo?
Sí, y creo que tiene que ver con la personalidad de cada una: yo soy una persona más ordenada, y la base de este tema es la logística; pero Jeni es la cara de la empresa, y es la tolerancia –porque tenemos una clienta que es la más pesada del universo, y Jeni, ¡no sabes cómo la maneja!–. Es ella quien me da clases de atención al cliente, porque conmigo hay cosas que no funcionan, y debido a ello, de repente no funcionaría la empresa. Es más, si hemos perdido clientes, estoy segura de que ha sido por mi culpa [ríe]… Son dos –que no se me quitan de la cabeza– que no sé si se fueron por algo que yo dije y les incomodó… Nunca lo sabré.
El márketing no es su fuerte.
No.
Han sido años de intentos fallidos, siempre con alternativas interesantes. Esto por fin está calando. ¿Cómo se siente?
Feliz… La palabra es: feliz. Satisfecha. Orgullosa, también, porque siempre he estado esforzándome y nunca las cosas me salieron bien; y ahora creo que sí, y que van a seguir saliendo bien. Ahora, en mis miles de cuadros de Excel, veo cómo suben las ventas, cómo se incrementan los pedidos… Ahora sé que las cosas van para arriba.
EL PERFIL
Nombre: Katia Pásara Alfaro.
Colegio: San Felipe.
Estudios: Escultora de la PUCP.
Edad: 42 años
Cargo: Copropietaria y administradora de Mi Parcelita.
LA EMPRESA
Mi Parcelita Bio Entrega
Centro de acopio y despacho a domicilio de productos orgánicos que Katia y Jeni Martin iniciaron nueve meses atrás con un préstamo de S/.10.000.
Crecimiento
De ofrecer solo frutas y verduras han ampliado su oferta a lácteos, harinas, café… Del total de clientes hay 40 fidelizados. Dan empleo a una persona.
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