Por: Efraín Gonzales De Olarte Economista
Lunes 22 de Agosto del 2011
El Comercio
Las obras de Karl Marx están volviendo a ser ‘best sellers’ en Alemania y la publicación de libros como “Keynes, vuelve, se han vuelto locos”, son indicadores de que la crisis ha sobrepasado las interpretaciones de la teoría convencional y, cuando esto sucede, hay un retorno natural a los clásicos, no necesariamente para buscar recetas para una solución, sino para ir a los fundamentos del sistema, que es donde realmente se puede entender la naturaleza de las crisis.
El hecho de que los países más avanzados tengan enormes problemas de endeudamiento es porque en determinado momento la demanda efectiva –proveniente de sueldos, ganancias e impuestos– no era suficiente frente al incremento de su propia oferta. En virtud de ello, comedidos bancos comenzaron a prestar sin medida ni clemencia, lo que a su vez incentivó a mayor inversión y producción, generándose aun mayor oferta que había que vender, creándose una ilusión del crecimiento indefinido. Pero de pronto se dieron de bruces cuando la capacidad de pago de capitalistas, trabajadores y Estado no era suficiente, llegándose al colapso de bancos grandes y a la larga al colapso de países. Los mejores ejemplos son obviamente Grecia, Portugal, España y ahora Estados Unidos, todos países industriales con altos niveles de productividad.
Lo cierto es que estamos frente a una crisis de sobreproducción con una demanda limitada que ya no se puede expandir por vía del crédito. La perversidad del sistema es que para ser competitivos hay que invertir e incrementar las productividades, pero estas crecen mucho más rápido que la demanda, por lo que en algún momento no se puede vender y aparecen las quiebras, el desempleo y la pobreza.
Felizmente existen China, la India y América Latina, que tienen posibilidades de seguir creciendo, pues sus economías están lejos de llegar a la sobreproducción. Pueden ser la salvación del capitalismo.
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