Por: Ricardo Trotti Periodista
Domingo 7 de Agosto del 2011
El Comercio
El premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, se sumó a un grupo de notables detractores de Internet que piensan que el uso de los motores de búsqueda como Google nos hace menos inteligentes.
Coincidente con lo que dice el periodista Nicholas Carr, el escritor peruano cree que al dejar una persona de ejercitar su memoria, el cerebro, como un músculo, se entumece o atrofia. Vargas Llosa piensa que la Internet y Google son el comienzo del fin de la contemplación y razonamiento, pero puede estar confundiendo intelectualidad con inteligencia. Su argumento no es novedoso. Siempre hubo agoreros que pronosticaron trastornos mentales ante cada cambio tecnológico que afectó la conducta humana.
Sin embargo, un experimento realizado en la Universidad de California de Los Ángeles comprobó que quienes usan Internet tienen mayor actividad mental, mejores habilidades y más rapidez para tomar decisiones y resolver asuntos complejos. Otros estudios adjudican similares características a los usuarios de videojuegos, quienes además, tendrían menos propensión a padecer de Alzheimer.
Pero Vargas Llosa desatiende los indicadores de inteligencia. La lectura de Carr lo convenció que el cerebro es una entidad moldeada por la práctica, por lo que si no se utiliza para la contemplación, el análisis y la memoria, pronto se idiotizará, al contrario de lo que establecen estudios neurológicos que han demostrado que la mente evoluciona, aprende y se adapta ante cada nueva experiencia.
Recuerdo que cuando llegué a EE.UU., hace unos 30 años, me sorprendí cuando un profesor nos dijo que para contestar el examen debíamos consultar libros de la biblioteca. Desde mi visión argentina de la época, aquello era copiar. Pero al terminar la prueba, me di cuenta de que consultando y cotejando información y autores sobre un mismo tema había aprendido a aprender, mucho más que memorizando datos.
Ese tipo de ejercicio es el que hoy se practica con Internet. La investigación para encontrar datos confiables o desechar los irrelevantes no nos idiotiza; al contrario, es un ejercicio mental que nos ayuda a aprender otras habilidades y tener memoria más selectiva.
La científica Betsy Sparrow, en “Los efectos de Google en la memoria”, comprobó que los motores de búsqueda no nos está cambiando la profundidad de nuestros pensamientos, sino que han adoptado otros tipos de memoria para obtener y seleccionar entre la sobreabundancia informativa.
Vargas Llosa puede tener algo de razón cuando plantea que el picoteo informativo en Internet no nos permite mayor concentración. Pero no creo que la inteligencia dependa de si lee la “Ilíada” griega completa por sobre una sinopsis digital de Harry Potter o si escucha la “Aída” de Verdi por lo último de Lady Gaga. Creo que desde su marcada perspectiva literaria, confunde cultura e intelectualidad con inteligencia.
Sería formidable tener un equilibrio entre La Sorbone y Sillicon Valley. Puede que los hábitos cambien, pero no debemos preocuparnos por terminar estúpidos, porque la experiencia histórica demuestra que jamás un cambio tecnológico atrajo retrocesos.
Glosado
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