Ángel Manero Campos
(*) Artículo escrito para la Revista Agroenfoque
Dicen que el Perú es un país exportador porque exporta más del 25% de su Producto Bruto Interno (PBI). Si nos atenemos a ese parámetro el Perú no es un país agrario porque este sector representa poco más del 7% del PBI, sin embargo ocupa a casi 1/3 de la Población Económicamente Activa (PEA) Nacional y cerca de 2/3 de la PEA Rural (unos cinco millones de personas).
Nuestro agro ha sido beneficiado con un flujo de inversión importante en los últimos años, inversión que nos permite exportar más de USD 3,200 millones anuales con un crecimiento promedio de 20% cada año, sin embargo las áreas dedicadas a los cultivos de exportación no superan el 10% de la frontera agrícola bajo riego. Esto quiere decir que por lo menos el 90% de nuestras áreas agrícolas se orientan al mercado nacional.
Según los datos de Inform@ccion cada año se están importando equipos de riego como para tecnificar unas 20,000 Has, esta cifra sin duda es importante y es una muestra de la capitalización de parte de nuestro agro, sin embargo es insuficiente. El Perú tiene el difícil reto de seguir expandiendo su oferta exportadora, pero a la vez debe fortalecer su mercado interno.
La oferta exportadora aumentará en la medida que podamos seguir atrayendo inversiones, en la medida que nuestras actuales empresas crezcan y vayamos ganando competitividad y mercados. Es importante que nuestras empresas se consoliden, lo cual es un proceso inherente al sector privado, sin embargo el estado puede hacer mucho para catalizar este proceso.
Los mercados locales se verán fortalecidos conforme nuestra economía siga creciendo y aumente el poder adquisitivo de la población, asimismo cuando se desarrolle más infraestructura y se disemine mejor la información. Pero este proceso debe ser acelerado, necesitamos desarrollar nuestro sector rural como herramienta de redistribución y medio de gobernabilidad para el país (léase marchas anti mineras y bloqueos de carreteras).
Cuando se fomentan las inversiones, grandes y pequeñas, se genera una mayor y mejor demanda por el recurso humano, sin duda las condiciones laborales mejorarán para todos, mejores salarios y calidad de vida que acaba dinamizando las economías regionales.
No obstante, el agro es un sector peculiar que incluso se llega a subsidiar en otros países. Los factores climáticos y una oferta estacional lo hacen bastante susceptible al entorno. No debemos verlo como un aportante de tributos (actualmente su presión tributaria solo llega al 2%). Nuestras empresas agrícolas, jurídicas o naturales, hacen mucho generando empleo y autoempleo en el campo, tomando más riesgo que otros sectores.
Lo del riesgo en el agro es un tema medular puesto que si dejamos que el mercado por sí solo asigne capitales en la economía, nuestro sector quedará bastante relegado. Los fondos de inversión por tradición, o deseos de no complicarse la vida, por lo general no apuestan al agro al igual que los bancos comerciales; lo cual constituye una falla de mercado (mercados incompletos).
Dejando de lado lo obvio de las políticas macroeconómicas (estabilidad fiscal, monetaria, sistema financiero regulado, promoción de inversiones, mercado de capitales, apertura comercial, infraestructura, seguridad, salud y educación) en los siguientes párrafos describiré algunas medidas complementarias y puntuales que puede implementar el estado sin discriminar el mercado al cual se orienta la oferta (interno o externo).
• Fondo de Inversión Agroforestal: Estimular a las AFPs a destinar aproximadamente el 1% de sus fondos administrados para que sean destinados a capital de riesgo agropecuario o forestal. Por ejemplo por cada sol que aporten al fondo agroforestal (efectivamente colocado) se les permitirá invertir USD 20 adicionales en el exterior. Aquí no se obliga a las AFPs y se implementa un buen mecanismo de redistribución solidaria, afectando casi en nada a los rendimientos de los aportantes.
• Simplificación tributaria: Eliminar detracciones y percepciones y universalizar en el sector el impuesto a la renta del 15% para todas las unidades productivas que facturan más de 50 UITs al año. Inafectar el IGV a todos los productos agrícolas, maquinaria y equipos incluidos (salvo combustibles, vehículos, energía y servicios). Además permitir la devolución del crédito fiscal al final de cada periodo fiscal sin la necesidad de exportar...
Articulo completo en la próxima edición de la revista AGROENFOQUE.
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