21 de marzo de 2009

ÉTICA Y RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LOS AGRONEGOCIOS EN EL PERÚ*



Angel Manero Campos
amanero@agroperuano.com




Imagino que el día domingo se publica en un conocido diario local la publicidad de una conferencia “Ética de los agronegocios en el Perú” dictada por un catedrático de una conocida universidad. Me pregunto cuántos profesionales del sector estarían dispuestos a desembolsar su propio dinero para asistir. A mi parecer serían muy pocos los que asistirían, una razón evidente es que nunca ha aparecido un anuncio similar en los diarios.

Debo reconocer que antes de prepararme para escribir este ensayo, yo tampoco hubiera estado dispuesto a pagar por tal conferencia y es que probablemente la ética (que trata de las reglas morales que las personas aplican cuando toman decisiones) es comúnmente percibida como algo que subyace es decir está presente pero no es un tema importante. Gran error que más adelante será explicado.


I - Ética en la Organización

En un ensayo anterior habíamos señalado que una empresa ordenada debe realizar un planeamiento estratégico para saber a dónde ir, dicho plan se decantaba en objetivos, estos objetivos tienen cronogramas y presupuestos en cada proceso y que estos procesos requieren de control y supervisión.

“Al ojo del amo engorda el caballo” es una frase que comúnmente escuchamos a los agricultores que buscan pasar cada día de sus vidas supervisando las labores en el campo, lo que se puede entender como una forma de vida. Pero qué pasaría si se tuvieran 10,000 caballos ¿el ojo avizor del dueño será capaz de supervisar el “engorde” de cada uno?. Es más o menos lo que le pasa a un gerente de una empresa importante relacionada al agro, empresas que pueden superar fácilmente los 2,000 trabajadores y cinco centros de producción con actividades agrícolas, industriales, de almacenamiento, de transporte, comercialización etc.

Un gerente debe velar por que existan procedimientos, controles y supervisión pero también es conocido que toda empresa del sector por más grande que sea tiene problemas de tipo inmoral (existe personal que no le importa ir contra los principios éticos ) o amoral (el personal no es consciente de los principios éticos).

Una empresa debe propender a tener dentro de su organización, un personal que observe comportamientos que no riñan la moral, pero es responsabilidad de todo líder promover de manera permanente en el tiempo que la empresa tenga una cultura organizacional (la forma cómo hacemos las cosas en la organización) que sea moralmente óptima.

Una empresa donde su personal observa un comportamiento ético apropiado se ve beneficiada porque requiere menos énfasis en mecanismos de supervisor y control, porque sus activos tendrán una mejor conservación, porque se genera valor a partir de promover lo bueno tanto para la organización, para la familia de nuestros trabajadores y para la sociedad en su conjunto, lo cual es parte de la responsabilidad social de toda organización.

Debe entenderse entonces que es obligación de todo gerente, además de organizar, dirigir y controlar los procesos de la organización, implementar mecanismos que vayan moldeando una cultura organizacional que ayude a cumplir los objetivos de la organización. “La cultura no se cambia enfocándose en sus manifestaciones sino en sus factores moldeadores”. Esto significa que no se cambia actuando directamente sobre los valores y creencias del personal o el clima laboral sino indirectamente por medio de cambios en las acciones de los lideres, las prácticas en los recursos humanos, las medidas del desempeño, la estructura organizacional y otros factores de la cultura (Amado 1997 citado por Aguilar).

Lo dicho en el anterior párrafo se puede resumir en que una empresa tirará al tacho varias sesiones de inducción a una administración moral si de buenas a primeras el área de recursos humanos busca despedir a aquellas mujeres cuyo embarazo ha trascendido dentro de la empresa. Es decir las prácticas recurrentes de compartimiento moral ejercidas por los líderes de la organización moldean indirectamente pero de forma efectiva una cultura organizacional orientada a un comportamiento moral.

Una administración moral respeta las reglas y leyes aplicables y no busca conseguir utilidades al margen de la ley. Imagínense un trabajador que labora en una empresa donde todos conciben que la empresa es competitiva, que valora el recurso humano y que actúa correctamente. Indudablemente este trabajador se verá más identificado con la empresa, con sus equipos de trabajo y tendrá mayor motivación para desempeñar sus funciones.

Promover una cultura organizacional requiere de personas que tengan un comportamiento personal ético y aquí la importancia del autoanálisis. ¿Nos consideramos personas con ética y tenemos un comportamiento ético? pues si no lo somos nunca es tarde para empezar a mejorar.

Pero qué pasa dentro del comportamiento inmoral, es decir cuando sé que algunas cosas que hacemos dentro de la organización son incorrectas, pero consideramos que no hay otra forma de hacerlo. Esto último es común en nuestro sector en cuanto a lo que muchas empresas hacen:

• No pagar horas extras
• Despedir al personal antes que consigan alguna estabilidad laboral
• No pagar beneficios sociales
• No brindar al personal condiciones apropiadas para su desempeño
• Declarar menos ingresos para no pagar impuestos
• No respetar estándares de residuos en productos orgánicos
• No respetar estándares de inocuidad del agua utilizada en sus procesos etc.

Siempre habrá razones argüidas por quienes observan comportamientos inmorales, que la competencia lo hace así, que la gente no valora los beneficios que dará la empresa, que no seremos competitivos etc. No obstante es evidente que tender a una cultura organizacional de carácter inmoral es un sobrecosto altísimo en cuando a productividad del recurso humano, a exposición a actividades de vandalismo y sabotaje interno, a multas por infracciones inclusive en algunos casos a rechazos del consumidor.

Tener una buena cultura organizacional no implica que los gerentes de una empresa sean ingenuos o blandos. Todo lo contrario y es importante implementar evaluaciones de la personalidad y conducta del personal para irlo depurando. Es importante sacar de la organización a aquellas personas con tendencia a comportamiento inmoral o amoral e ir contratando a personas con principios éticos sólidos.

Probablemente nos ha pasado que en nuestro desempeño profesional nos hemos tocado con dueños de compañías que ante una observación nuestra de algo que no debería hacerse, nos diga: “Ya aprenderás cómo es el mundo real” y probamente muchas veces acabemos mimetizándonos con prácticas que riñan la moral porque simplemente están instituidas por un buen tiempo y en varias organizaciones.

En mi experiencia profesional, habiendo laborado en seis organizaciones, ahora me queda claro que por más duro que sea, un buen profesional siempre debe promover la ética en las organizaciones, hacer los esfuerzos por generar los procesos moldeadores y motivar a la organización, si esto no se puede hacer de manera progresiva (no pensar en cambiar la realidad de un día para otro) es mejor tomarse unos meses desempleado y buscar un mejor centro de trabajo. Puesto que la autoestima y autorrealización es inmensa cuando obramos bien.

Aunque sea duro demostrarlo: en el corto plazo algunas prácticas que van contra la ética pueden parecer provechosas, pero en el mediano y largo plazo no lo son y corresponde a todo buen profesional y a los directivos de una empresa promover un comportamiento moral permanente como moldeador de nuestra cultura organizacional.



II- Responsabilidad social

La ética refiere al conjunto de valores morales que influyen la conducta de la persona en la toma de decisiones y en su comportamiento con los demás. Los comportamientos agregados del personal van a determinar la cultura organizacional. Esto necesita complementarse con los compromisos de la empresa para con la sociedad en su conjunto, es decir con la responsabilidad social que tiene un carácter más externo de la organización.

Toda empresa que quiera tener un ciclo de vida que trascienda al corto plazo, debe tender a buscar el bienestar de la sociedad que la rodea. Primero por razones éticas y luego por razones de regulación, exigencias del mercado, estrategia de marketing y por una razón obvia: La sociedad es mi mercado y por eso requiero que esta crezca, se desarrollé y progrese no solamente en lo económico y social, sino también en el habitad, es decir el cuidado del medio ambiente.

Medio ambiente

La agricultura “moderna” que se viene ejerciendo en muchos valles de nuestro país viene afectando el medio ambiente. En efecto el uso intensivo de agroquímicos y fertilizantes sintéticos tiene un impacto nocivo. De allí la importancia de promover las Buenas Practicas Agrícolas ya sea en sus versiones de GAP (estándar americano) o GLOBALGAP (estándar europeo) además del manejo integrado de plagas.

Las Buenas Practicas Agrícolas, entre otros factores, promueven en uso no desmedido de fertilizantes y agroquímicos, su registro y control. Esta labor se complementa en la parte industrial con la implementación de las Buenas Prácticas de Manufactura (GMP) que busca también, entre otros factores, controlar el efecto contaminante de nuestras actividades en el ambiente.

El Manejo Integrado de Plagas busca evitar el abuso de agroquímicos en el control de plagas en los campos agrícolas. Promoviendo el uso de los controladores biológicos, que son insectos o vectores que eliminan o contienen de forma natural una plaga que afecte al cultivo.

Un efecto que también pasa desapercibido es que cuando se extiende la frontera agrícola, es decir ganamos nuevas áreas de cultivo. Generalmente estos terrenos no cultivados anteriormente liberan metano a la atmosfera, que es uno de los principales causantes del calentamiento global.

El mercado también ha puesto algunos parámetros, además del ISO 14000 que es un estándar para cualquier industria, en el agro podemos ver comúnmente certificaciones ambientales como el Tesco Nature Choice (promovida por cadena de supermercado Inglés TESCO) o el Rainforest (para algunas marcas de café).


Protección al consumidor

Toda organización se debe preocupar por la calidad de su producto y por el bienestar de su consumidor. En el sector de los alimentos esta preocupación ha sido compartida por las cadenas de supermercados quienes son los que finalmente comercializan los productos. De esta forma es que si de agroexportación se trata, ahora es un requisito indispensable tener implementado un plan HACCP (Hazard Analysis and Critical Control Point) en las plantas de procesamiento y que busca asegurar la inocuidad del producto.

También existen procedimientos permanentes de evaluación de los embarques de alimentos. Con pruebas periódicas de LMR (Limite Máximo de Residuos) es decir laboratorios independientes certifican que tu producto no tiene trazas de alguna sustancia que pueda ser tóxica al ser humano. Mas aun si se trata de un producto con certificación orgánica.

Inglaterra ha sido más estricta en la certificación de estándares de inocuidad y seguridad en los centros de procesamiento con la certificación BRC (Bristish Retail Consortium) que es una de las más exigentes en la industria.

La Food and Drugstore Administration (FDA) de Estados Unidos ahora tiene como exigencia (implementada a partir del atentado del 11 de setiembre del 2001) para el ingreso de productos a su país que toda la cadena productiva y logística tenga la certificación BASC (Business Alliance for Secure Commerce) que busca evitar que proliferen actividades como el contrabando, trafico de drogas o amenazas a la bioseguridad en las actividades de comercio internacional.

También existe un esfuerzo de los supermercados en promover que las empresas exportadoras realicen un comercio justo. Es decir que la cadena productiva en su conjunto reciba el justo ingreso por sus actividades y de manera prioritaria el pequeño agricultor debe recibir lo suficiente para tener un modo de vida apropiado. Este sistema de certificación conocido como “Fair Trade” busca que el consumidor que reconoce este sello pague más por un producto porque entiende que el pequeño productor de éste necesita que se le pague un precio por encima de que normalmente le paga una “asimétrica” estructura de ingresos en la cadena productiva tradicional.

La responsabilidad social de las empresas con respecto al medio ambiente y el consumidor se ha visto promovida por estándares voluntarios que se imponen las empresas o con estándares obligatorios que solicitan los mercados. Corresponde pues a una empresa del sector en el ámbito de los agronegocios implementar sus áreas de calidad y aseguramiento de la calidad para estar siempre a la vanguardia de las certificaciones que respalden la calidad del producto, el respeto al medio ambiente y el bienestar de la sociedad en los procesos donde nuestras actividades tengan algún impacto.

Un profesional en agronegocios debe tener siempre presente la responsabilidad social con su entorno pues ésta es útil por razones de mercado, promocionales y lo más importante ayuda a reforzar la cultura organizacional de la empresa. Nunca cometamos el error de tener impecables programas de responsabilidad social hacia fuera, pero poca responsabilidad social con la principal ventaja competitiva: nuestro personal.

Algunas conclusiones

• La ética y la responsabilidad social en los agronegocios son temas vinculados y muy importantes para tener una buena cultura organizacional dentro de la empresa y proyectar una mejor imagen de la misma hacia fuera.

• Compete a todo gerente la responsabilidad de guiar a la organización mediante prácticas moldeadoras para promover los principios éticos y la responsabilidad social hacia en el entorno. Esta actividad debe trabajarse con el mismo nivel de atención que dedicamos a los aspectos productivos y financieros.

• El mercado progresivamente va requiriendo de las compañias estándares de calidad y seguridad. Las compañías deben estar preparadas para progresivamente incorporar estos estándares y ser proactivos en ir más allá de las exigencias del mercado.



Referencias Bibliográficas

Aguilar Alfredo y Guerra Guillermo. Ética y Responsabilidad Social de los Agronegocios en America Latina. Journal of technology management & innovación. 2006. Vol. 1 N2.

Hellriegel, Don y John W.Slocum Jr. Comportamiento Organizacional. Edición 10. Méjico, Thompson, 2004.


(*) Ensayo realizado para la Maestría en Agronegocios - ESAN.

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