Por: María Luisa Del Río*
Domingo 24 de Abril del 2011
El Comercio - Perú
Lo sembraron mientras andábamos muy distraídos peleando por los candidatos que no queremos. El presidente Alan García y el ministro de Economía, Ismael Benavides, aprobaron el Decreto 003-2011-AG, por el cual se reglamenta el ingreso de semillas transgénicas al país. Organismos vivos modificados genéticamente, alimentos manipulados para resistir plagas y climas diversos, cultivos que ya han sido rechazados en otros países por considerar que dañan la salud o que contaminan, por medio de la polinización, las tierras de agricultores que no desean esta práctica antinatura. La Monsanto es la transnacional detrás de este gran lobby, una compañía estadounidense famosa por extorsionar a pequeños agricultores en Estados Unidos.
¿Cómo? Cobrándoles regalías millonarias a quienes, no habiendo transando con el uso de semillas transgénicas, tienen que sufrir la propagación de las mismas en sus tierras por el efecto natural de la polinización. Un negocio ilegítimo, inmoral en su procedimiento y absolutamente innecesario para nuestro país, líder mundial en biodiversidad y famoso por su extraordinaria gastronomía. El cultivo de transgénicos se daría a escala masiva en nuestro país, donde ese tipo de agricultura no tiene sentido porque solo depreda nuestro suelo. ¿Qué ganamos con esto? Exportación, dirán algunos, pero esta no puede crecer a costa de la contaminación de nuestro extraordinario banco genético de plantas medicinales y alimenticias, y además deberíamos darnos por bien servidos con las exitosas experiencias de la costa del Perú, donde espárragos, uvas, páprika, pimientos, alcachofas y mangos no transgénicos dominan el mercado internacional.
Lo bueno: casi 40 mil agricultores orgánicos rechazan la medida y las regiones de Lambayeque, Huánuco, Cusco, Ayacucho y San Martín ya se declararon libres de transgénicos, además de Cajamarca, Puno, Junín, Loreto, Amazonas, Ucayali y Madre de Dios, que se encuentran en proceso de emitir esa misma declaración. La mitad del país, doce regiones que no ven con buenos ojos el ingreso de las semillas transgénicas al Perú. Desde aquí nos unimos a ellas.
(*) Editora de Regiones
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