En 1922 nuestro poeta César Vallejo en su obra Trilce nos trajo “Esperanza plañe entre algodones” donde menciona:
“… cristiano espero, espero siempre; de hinojos en la piedra circular que está; en las cien esquinas de esta suerte; tan vaga a donde asomo
Y Dios sobresaltado nos oprime; el pulso, grave, mudo; y como padre a su pequeña; apenas, pero apenas; entreabre los sangrientos algodones y entre sus dedos toma a la esperanza…”
No sé porqué me cuesta tanto entender lo que escribe Vallejo, este poema no lo entiendo por completo a pesar de haberlo leído más de diez veces y con diferente ánimo. Pero sí tengo claro que humanamente el poeta trasciende mucho más allá del pobre adjetivo que le endilgan: “llorón”.
La segunda vuelta electoral se acerca y para quienes tenemos contacto con el sector rural se percibe cierta “esperanza” en el campo, esperanza por el candidato que parece más cercano a la “izquierda” tradicional que conocemos; pero que para buena parte del campo - el de los pequeños agricultores - significa un atisbo de ilusión a que las cosas cambiarán para bien de ellos.
En la ciudad moderna, que nos confiamos muy sofisticados a veces, a menudo nos hemos equivocado al votar. Ahora me pregunto si los abandonados agricultores no estarán más cerca de la verdad lúcida de lo que conviene a este gran país. Los pequeños agricultores parecieran tener claro que a ellos les conviene el candidato, que suponen, no apoyará a los grandes (mineras, importantes grupos económicos etc.) y buena parte de la ciudad responde y cómo se creará riqueza si no llega la inversión.
Cabe precisar que cada año la inversión privada debe aumentar para sostener el crecimiento del país. Los capitales nacionales no son suficientes, cada año debemos convocar más de USD 30,000 millones de inversión privada y este monto debe crecer progresivamente. Espantando la inversión privada se perjudicará más al sector rural que al sector urbano (algo más capitalizado).
Ante esta situación me quedo tan igual como después de leer un verso de Vallejo, confundido, pero siempre hay una corazonada: la esperanza sucede a la injusticia… y uno se pone a pensar porqué luchar contra esa esperanza resultado del abandono del campo, porqué no ponernos en el lugar de los rezagados en este orden de cosas capitalista, no necesariamente en sus deseos políticos sino en conocer y entender su situación.
Porqué en lugar de esforzarnos de evitar que el “antisistema” llegue al poder, no concentramos esos esfuerzos en ayudar a que esa alternativa o cualquier otra sea más viable. Presionar a que el presupuesto público priorice directamente al sector rural, a que el estado esté más cerca de ellos. Empezar a concesionar o dejar al sector privado la mayor cantidad de servicios públicos citadinos y llevar el gasto público directo más cerca del campo.
Nos estamos polarizando con buena parte del país para buscar evitar que la opción del “salto al vacío” llegue al poder. Cuando deberíamos darle un abrazo de amistad a todos, para buscar coincidencias, y tener un mejor diálogo en beneficio del país y por supuesto de Esperanza que antes lloraba entre algodones y ahora quizás “plañe entre algodonales”.
Angel Manero Campos
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