26 de mayo de 2009

¿Por qué reducir las inversiones en el agro?

Bruno Barbieri (*)
Diario Gestión - Perú

Es claro que el proyecto de ley que se viene promoviendo para limitar las extensiones agrícolas, evitaría continuar con el crecimiento y la modernización de esta importante actividad económica, esencial para generar empleo descentralizado en el país.

Hay quienes opinan que el problema aparentemente surge a causa de la pugna en el sector azucarero -en donde algunos grupos económicos tendrían como parte de su estrategia de crecimiento, buscar incrementar la producción mediante el mecanismo de adquirir otras empresas azucareras que los lleven a tener una posición de liderazgo-, pero es muy difícil que mediante estas prácticas se produzca necesariamente un monopolio en el sector, debido a que el azúcar se puede importar y de hecho se importa. Precisamente, la importación es la principal causa de por qué el azúcar tiene un precio tan bajo últimamente.

En realidad, no se trata solo de defender a los grupos económicos que vienen invirtiendo en el país, sino a las inversiones en el agro y agroindustria, que se han producido cuando no existía esta propuesta de ley. Con ella, por lo tanto, se están cambiando las reglas del juego en el Perú.

El Estado debe preocuparse por regular a los verdaderos monopolios que se encuentran en los servicios de telefonía, el abastecimiento de gas natural, algunos puertos del país, entre otros, que además tienen un impacto sobre la competitividad de todas las empresas.

En un reciente estudio, el analista Ángel Manero, con quien coincido, comenta que "ojalá se produzca una reconsideración en los ‘iluminados’ propulsores de esta ley. El Perú siendo tan grande solo tiene unos 2.5 millones de hectáreas bajo riego y sin duda el que una empresa tenga unas 40 mil o 50 mil, puede parecer mucho, pero esto es poco si nos comparamos con otros países".

Si se trata de sacar adelante al agro en todo el país, por supuesto sin desanimar a los inversionistas, lo ideal es ampliar esta frontera agrícola bajo riego, impulsando de manera más decidida nuevas irrigaciones grandes y pequeñas y la eficiencia en los sistemas de riego. Por ejemplo, es absurdo que hasta la fecha no se culmine con el Proyecto Chinecas, es absurdo que hayamos demorado tanto para sacar Olmos adelante, y que el Proyecto Alto Piura haya perdido casi un año porque el MEF no ha soltado una partida de inversión que estaba incluida en el presupuesto, y así, existen otros casos que nuestros congresistas deberían atender con más énfasis.

Sabemos, sin temor a equivocarnos, que cuando se empiezan a poner trabas y limitaciones al tamaño de la propiedad de la tierra agrícola, mañana será a la minería, y así sucesivamente, afectando a otros sectores, logrando con ello paralizar el crecimiento y volviendo a impulsar la generación de pobreza en el país, tal como sucedió con la reforma agraria de fines de los sesenta. No desalentemos al inversionista, al empresario formal hoy, justo cuando la industria azucarera peruana está en proceso de consolidación.

Finalmente, el inversionista nacional o extranjero en un mundo globalizado como el que tenemos, cambia el rumbo de su nave hacia puertos más seguros. Que no nos parezca extraño, entonces, que los proyectos de mejora que sabemos que tienen algunos grupos que operan en el sector azucarero, como el de reemplazo de los antiguos trapiches por una moderna planta de proceso o la instalación de lo que puede ser el caldero más grande del Perú, terminen dirigiéndose a otros países.

Si el proyecto de limitar la extensión de la propiedad agrícola sigue vigente, es probable que se repita la historia, y que por ejemplo Colombia reciba a los inversionistas peruanos con los brazos abiertos. Igualmente, los proyectos de producción de etanol, los proyectos a futuro de Camposol, el desarrollo de la industria esparraguera, y todo aquello que se perfilaba como el gran puntal de desarrollo agroexportador, que en los últimos 10 años ha creado más de 1 millón de puestos de trabajo, y que se supone beneficiarían al país con los tratados de libre comercio, sufrirán un frenazo. Ello, en el mejor de los casos, o un retroceso. Entonces, volveremos a la triste historia de ser un país exportador de materias primas, sin una posibilidad real de desarrollo sostenible y descentralizado.

(*): Consultor de Agronegocios.

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