Es considerado el más importante investigador en cultivos andinos del mundo. El doctor Ángel Mujica Sánchez estudia la quinua hace 35 años y está convencido de que es el alimento del futuro. Parte de sus investigaciones es financiada por Incasur, la inventora del Kiwigen.
Autor: José Gabriel Chueca
Perú 21
"Estudié Agronomía en la Universidad Nacional San Antonio Abad, ahí nació mi interés por los cultivos andinos y, en especial, por la quinua. Tuve excelentes profesores, como don ”scar Blanco Galdós, investigador de cultivos andinos, y Carlos Ochoa, el mejor investigador de papa del mundo. Yo fui su asistente cuando era estudiante. Ahí nació mi vocación de investigador y, por eso, me fui a trabajar a Puno. Después hice una maestría en quinua en México”, cuenta el doctor Ángel Mujica.
¿En México hay quinua? Pensé que era de esta región.
Allá tenían mucho interés en el trigo y el maíz. Pero mi interés era la quinua. Aunque es un cultivo exclusivo de la zona andina, en México hay una especie llamada huauzontle. Y también tienen el ahuautle, que es como la kiwicha. Yo hice una colecta de esas especies en México y así entendieron que yo iba en serio y me dejaron hacer mi investigación. Luego regresé al Perú y, más tarde, hice un doctorado en México de nuevo. Ahí me enfoqué en genética de la quinua. Mi trabajo de graduación fue la heredabilidad de los caracteres de la quinua.
¿Qué es la quinua?
Es un grano andino. No es un cereal. Hay que remarcarlo. Lo quieren comparar con la cebada y el trigo. No. La quinua es un grano, y su mayor diversidad se encuentra a orillas del Titicaca. Su característica fundamental es que tiene un balance ideal de aminoácidos esenciales, que son los que permiten el desarrollo normal del ser humano. Tiene lisina, que sirve para el desarrollo de las células cerebrales. Tiene calcio asociado al zinc y al magnesio, para los huesos y dientes. Tiene hierro y vitaminas. Por eso es considerado el mejor alimento vegetal.
O sea que, a punta de quinua, uno lo puede pasar tranquilo.
Acabo de escribir sobre reemplazar la carne y la leche con la quinua.
¿La quinua tiene carbohidratos?
En menor cantidad. Por eso no engorda. De hecho, funciona contra la obesidad porque tiene fibra dietética. Los astronautas se llevan quinua y kiwicha. Además, están los celiacos, son los que no soportan el gluten. Para ellos es el alimento perfecto porque no tiene gluten.
¿Cuántas variedades de quinua hay?
Tenemos en este país tres mil clases. Somos un país megadiverso. Por eso no estoy de acuerdo con los transgénicos. Nuestra riqueza es la variedad. Los transgénicos la van a eliminar. Este es un tesoro que hemos heredado de los pueblos preíncas. ¿Usted recuerda a la Momia Juanita? Sus dientes causaron admiración. Vea a los aimaras, mueren después de los cien años y tienen la dentadura sin caries.
Usted está ahora en la Universidad del Altiplano.
Me dedico a la investigación en la Universidad Nacional del Altiplano. Y doy clases en el doctorado. También doy conferencias en el extranjero. Estuve hace poco en Italia, hablando de las posibilidades de estos cultivos para la agricultura en Europa. Estoy investigando para Dinamarca también. Y pertenezco a la Red Iberoamericana de Saberes, con la cual estamos recuperando los saberes y las tecnologías andinas.
¿Qué técnicas precolombinas conoce sobre este cultivo?
Usaban andenes. Y, para cultivar a la orilla de ríos y lagos que se desbordan, usaban huaru huarus, son plataformas rodeadas de agua. A 3,800 metros, el calor del agua las protege de las heladas y les da humedad por el aire. Hay una serie de conocimientos ancestrales científicos. Siempre escuchamos decir que estos conocimientos antiguos son empíricos, de los cholos… Ahora se dan cuenta de que hay ciencia detrás de todo esto.
¿Qué piensan los científicos sobre estas técnicas?
Los científicos del mundo estamos de acuerdo en que hay que guardar esta diversidad en los bancos de germoplasma. En Fort Collins, en Colorado, Estados Unidos, está guardada toda la diversidad vegetal del planeta. Pero se han descubierto, en semillas guardadas hace 50 años, cambios genéticos. Y el mundo se ha asustado. ¿Qué hacemos ahora? Han decidido guardar como lo hacían los aimaras y los quechuas, que conservaron las variedades miles de años. Mediante lo que nosotros llamamos conservación in situ.
Como bancos vivos...
Se cultiva un poquito de todas las variedades juntas. Así no hay cambios genéticos. Más aún, otro problema que el banco de germoplasma va a tener en el futuro es que las plantas no van a adaptarse a los cambios climáticos que están sucediendo. Van a ser plantitas extrañas.
Virtualmente en otro planeta. Usted trabaja en estos campos de quinua, llenos de colores, de luz...
Trabajo en esos campos hace 35 años, y es un placer. Mucha gente me pregunta ¿qué haces metido en el Altiplano? Ven a Lima. No. Estoy feliz allá. Y encima me pagan por hacer lo que me gusta.
El Perú ignora a sus científicos. ¿Cómo ha logrado superar ese rechazo?
En el Perú no se estimula la investigación. Los que nos dedicamos a esto somos bichos raros. Son pocos los que financian cosas así. Está Concytec o la empresa Incasur, que me apoya económicamente para que haga investigación. Incasur produce Kiwigen. Muchos conocen el Perú por ese producto. Ahora estamos haciendo una investigación interesante para sacar snacks crocantes de quinua. Los aimaras tienen unos panecillos de quinua que duran 90 días sin preservantes. También queremos hacer hojuelas de quinua, como los 'doritos’.
Cuando usted comenzó, debió de encontrar mucha desconfianza.
Hace 30 años era un insulto decir especialista en quinua. Aunque para mí era un orgullo. Pero la actitud ha cambiado. Ahora tengo varios seguidores. En Huancayo, en Ayacucho, hay investigadores que siguen investigando nuevas variedades de quinua, kiwicha y maca, y rescatando técnicas precolombinas. Tienen pocos recursos, pero mucho entusiasmo.
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