EN TARAPOTO, RAFAEL URRELO VIO LA OPORTUNIDAD DE VENDER CECINA EMPACADA AL VACÍO Y ESE PRODUCTO LE DIO LA POSIBILIDAD DE COMPETIR CON UNA LÍNEA DE EMBUTIDOS. CON LA POPULARIDAD DE LA COMIDA AMAZÓNICA BUSCA EXPANDIR SU OFERTA A TODO EL PAÍS
Por: Julio Escalante Rojas
Domingo 10 de Julio del 2011
El Comercio
En 1993, Rafael Urrelo abrió una carnicería en un mercado de Tarapoto. Diez años después vio que el futuro de su negocio estaba en elaborar cecina,esa carne de cerdo ahumada que es un insumo de la cocina amazónica. “Comenzamos con 28 kilos en el 2003, recuerdo que solo utilizamos tres piernas de cerdo”, dice riendo. “Hoy producimos una tonelada diaria con carne fresca”. Urrelo supo que el camino para crecer era invertir en la presentación del producto y los procesos de producción. “Nos ha dado buen resultado”. Ese resultado es su marca Tío Sergio.
¿Su producto principal es la cecina empaquetada?
Fuimos los pioneros en empacar la cecina. Y eso ha sido una revolución para generar mayor valor al sector, no solo a Tío Sergio. El modo normal de vender cecina había sido el mismo y este cambio tuvo un efecto positivo. Ahora la marca está posicionada en toda la región San Martín.
¿También vende en otras partes del país?
Desde el inicio trabajamos un sistema que yo llamo de delivery nacional: queremos llegar donde el cliente nos solicite. Nos compran de todo el país, de norte a sur.
Hasta el 2003 vendía sobre todo carne de res, ¿por qué decidió que mejor era vender cerdo?
Vimos una gran oportunidad de negocio en la cecina. El negocio no estaba siendo visto de un modo empresarial, era muy artesanal. Decidimos dar el salto y migrar a algo más industrial.
¿Y tenía los recursos económicos para dar ese salto?
No. Era un gran problema.
¿Cómo hizo?
Con ganas de hacer las cosas. Simplemente ganas, porque no teníamos capital. Comprábamos la carne a crédito, vendíamos y pagábamos. Eso era. Así hemos crecido en diversas áreas. Antes yo era el que hacía todo, el que ahumaba la carne, el gerente, el que distribuía, el barredor. Ahora ya tenemos un área de ahumado y de corte. También crece la línea de embutidos (jamonada, mortadela, chorizo parrillero).
¿Accedió a financiamiento?
Al inicio, el manejo de las finanzas nos llevó a cometer errores. En algún momento de alta demanda tuvimos créditos pequeños de una caja, pero no estábamos preparados para un banco, que no te da dinero si no estás totalmente limpio. Yo agradezco mucho a un sectorista del Banco de Crédito porque él nos disciplinó. Pudimos ordenarnos y nos hizo caer en cuenta de que honrar nuestras deudas es lo principal. Hoy buscamos que nuestro costo financiero sea lo más bajo, porque tener un costo alto no te hace competitivo.
¿Está en capacidad de aumentar su producción?
Sí. Hasta el 2009 tuvimos problemas de abastecimiento. Cuando no empacábamos la cecina al vacío, la carne de cerdo sobraba en Tarapoto. Cuando le dimos el valor agregado se vendió más y comenzó a faltar. La porcicultura depende de un crecimiento a escala, no sucede de la noche a la mañana. Por eso, desde el 2007 comenzamos a trabajar con porcicultores intentando hallar soluciones y definiendo estrategias. Llegamos a organizar el primer encuentro regional de porcicultura. Nuestro principal proveedor de carne de cerdo tenía en ese momento 30 madres, hoy va por las 400.
¿La situación de la porcicultura en San Martín cambió?
Sí. Ahora hay más empresas trabajando con el cerdo de manera tecnificada. Han entendido que ese es el modo más rentable.
¿También cría animales o solo compra la carne?
Tenemos por ahora dos proveedores que están criando los cerdos bajo conceptos modernos, manejando temas de genética, alimentación, seguridad y sanidad. No compramos cualquier cerdo. Para vender un producto final con las mismas características de calidad, debemos contar con una materia prima homogénea. Tratamos de que nuestros proveedores sean socialmente responsables. Estas granjas están usando biodigestores que permiten convertir el excremento del cerdo en abono o gas. Es una reconversión favorable porque comienzan a disminuir sus costos. Como empresa, queremos que todo sea una cadena de valor, desde nuestros proveedores hasta el consumidor final.
¿Cuánto creció el personal de su empresa?
En el 2003, solo éramos mi esposa y yo. Ahora contamos con más de 30 colaboradores, pero antes de fin de mes vamos a abrir una tienda donde trabajarán de 15 a 20 personas más. Tenemos un formato regional: una tienda que vende los productos de Tío Sergio y también otros de la zona, como rosquitas de almidón de yuca, mermeladas de frutas de la selva, miel de abeja, licores afrodisíacos.
¿Qué porcentaje de lo que produce representa la cecina?
Es el producto estrella, el motor que jala toda la empresa. Ya pasamos el millón de dólares de facturación en el 2010 y este año esperamos llegar a dos millones. Tarapoto es considerada la ciudad del Perú donde se produce la mejor cecina. Hemos contribuido a eso porque estamos en diferente eventos, haciendo degustaciones, participando en bufets. El objetivo es que el 90% de nuestra producción se venda fuera de Tarapoto.
¿Por qué su marca se llama Tío Sergio?
Mi hijo mayor se llama así. Y le pusimos tío por hacer más amigable el nombre. Ahora él y Adriana, mi hija, están en la universidad. Ellos han estado muy vinculados al negocio desde chiquitos. Sergio estudia Administración de Empresas y Adriana, Negocios Internacionales. Como padre y empresario me da gusto que ellos puedan continuar con el negocio.
PERFIL
NOMBRE Rafael Urrelo del Águila
CARGO Gerente general
ORGANIZACIÓN El nombre completo de la empresa es: Procesadora de Alimentos y Bebidas Tío Sergio.
Es una empresa familiar, ubicada en San Martín y con más de siete años de funcionamiento, que ha innovado en los procesos de cocción, empaquetado y venta de carnes, chorizos, cecina, etc.
Generalmente sus clientes son restaurantes, quintas y bodegas.
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