9 de diciembre de 2011

En el nombre del agua...

(EL COMERCIO) Pocas veces he escuchado tantas barbaridades sobre el agua como en el caso de la minera Conga. Lo terrible es que esas incongruencias y mentiras son propaladas por aquellos políticos que tienen el derecho a pensar diferente, pero que no tienen ningún derecho para engañar al pueblo.

¿Sabe usted cuál es la diferencia entre una laguna natural y un reservorio? Ambas sirven para almacenar agua al servicio del hombre en cualquiera de sus actividades. Se dice que la actividad minera afectará el recurso hídrico porque esta se ubica en la cabecera de cuenca, pero esto es una falacia. En un área geográfica existen cientos y quizá miles de cabeceras de cuenca.

Una cuenca es como un árbol: la parte superior donde se encuentran las ramas son las cabeceras de cuenca y el tronco que va al suelo es el río propiamente dicho. No existen zonas geográficas que sean el origen de las aguas, las aguas caen como lluvia desde el cielo independientemente de lo que exista abajo, en el suelo.

El agua ha sido reverenciada por diversas civilizaciones. Caía del cielo y por lo tanto era considerada divina. Con el desarrollo del conocimiento y la ciencia estos conceptos han sido superados.

Hoy sabemos que el agua gira alrededor de un ciclo, a veces llueve escurriéndose superficialmente formando un río, o infiltrándose en el subsuelo creando el agua subterránea; o se deposita en una hondonada estableciendo una laguna, pero finalmente todo va al mar. En ese trayecto el agua se evapora y forma las nubes,y al condensarse se precipita como lluvia, como granizo o nieve.

El agua no se crea ni se destruye, solo se transforma, y su volumen es el mismo desde que se creó la Tierra. Cae sobre la superficie terrestre en mayor o menor intensidad, determinando los años secos y los húmedos por la variación climática. Esto lo sabemos muy bien los peruanos. Sabemos también los daños que ocasiona el fenómeno de El Niño. El agua no se va a acabar nunca.

El Perú es uno de los más ricos en el mundo en fuentes de agua dulce. Dispone del 5% del agua del mundo, con apenas una población que representa el 0,42% del total mundial. Sin embargo, el 97,4% pertenece a la cuenca del Atlántico, es decir, va al Brasil. Un 0,6% se queda en la cuenca del Lago Titicaca y solo el 2% viene del Pacífico regando nuestros desiertos costeros. En este lado habita el 70% de los peruanos y se genera el 80% del PBI. El Perú ha progresado en la explotación agrícola y hoy produce en esos desiertos espárragos, mangos, uvas, etc.

Debido a esta realidad, los técnicos vienen trasvasando, por medio de reservorios y túneles, las aguas del Atlántico al Pacífico. ¿Sabía usted que la mitad de los limeños consumimos agua que no nos pertenece y que la disfrutamos porque hemos modificado el curso natural? Esto se hace en beneficio del desarrollo. De la misma forma se proyecta trasvasar agua a la cuenca del Pacífico en proyectos como Olmos, Majes e Ica, y deberían seguir más.

No quiero eliminar la mística al agua. El hombre tiene la capacidad técnica para llevarla adonde quiera, en la calidad y cantidad que desee. Es un problema de costo. Para evitar suspicacias, las mineras –que se cree afectarían el agua– deberían integrar en sus presupuestos de inversión el costo del suministro para el consumo humano de la región. Esto debería ser una constante en todo proyecto minero.

En el propósito de evitar el manipuleo que se tiene sobre agua y su manejo debemos tener un cuidado especial en las actividades que desarrollan ONG extranjeras, especialmente de aquellas que se oponen a la minería como son Oxfam y Perú Support y quienes influyen fuertemente en los políticos que le mienten al pueblo.

1 comentario:

  1. Marisa Silva, Profesora UNI9 de diciembre de 2011, 18:58

    Este artículo es una muestra de cómo engañar al pueblo: mezclar algunas verdades con muchas mentiras escondidas.

    La diferencia entre una laguna natural y un reservorio es que el segundo requiere una inversión económica y la decisión de implementarlo. Si uno de estos ingredientes falta nunca se construirá el reservorio.

    Marisa Silva, Profesora UNI

    El agua no nace en la cabecera de la cuenca, pero siempre se mueve desde arriba hacia abajo, de manera que si contaminamos la cabecera esto traerá consecuencias negativas aguas abajo.

    Es cierto que el agua cae del cielo pero el agua que aprovechamos mayormente es la que se encuentra sobre la superficie terrestre: ríos, lagunas, etc. y tenemos la obligación de cuidar este recurso porque es muy escaso.

    El agua no se va a acabar nunca, pero la cantidad de agua limpia, no contaminada, está disminuyendo vertiginosamente.

    Solamente el 2% del agua del Perú abastece al 70% de la población por lo que se estima que, si seguimos el ritmo actual de consumo, en el año 2025 se tendrá "estrés hídrico" en nuestro país. Esto significa que la población no tendrá el agua suficiente para cubrir sus requerimientos mínimos.

    Traer el agua desde el Atlántico cuesta mucho dinero. Un ejemplo es el proyecto Olmos que contaba con Estudio Definitivo en 1980 y recién se empezó a construir en el 2006. Además el proyecto construido es una versión mínima del proyecto original.

    El costo es uno de los problemas fundamentales en el aprovechamiento del recurso hídrico y en dicho costo debe incluirse las obras de control de calidad y de preservación del entorno ambiental así como las obras de compensación por las pérdidas económicas y sociales que origina el proyecto. No es solamente el costo del abastecimiento de agua a la población el que debe considerarse, sino todo el costo que involucra compensar los daños que produce el proyecto.

    Las empresas mineras deben ser el objeto del cuidado especial que sugiere el autor, no las ONG que tratan de establecer ese cuidado para preservar el medioambiente natural y social.

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