14 de julio de 2009

Externalidades, derechos de propiedad e inversiones.

Alejandro Gómez
http://blogs.gestion.pe

Queridos lectores, en esta coyuntura de tensión me parece muy importante recordar un concepto microeconómico fundamental a tener en cuenta cuando evaluamos financieramente nuestros proyectos de inversión; Las Externalidades.

Este es uno de los temas preferidos por Ronald Coase, el famoso premio nobel de economía 1991, profesor de la Universidad de Chicago y autor de diferentes estudios y teorías sobre los costos de negociación, el impacto de nuestras decisiones en la sociedad y los derechos de propiedad y uso.

Una Externalidad es un acto privado por lo general de producción (también puede ser de consumo) que origina beneficios (externalidad positiva) o perjuicios (externalidad negativa) a terceros por los cuales el originador no recibe o paga nada a cambio. Un ejemplo típico es la industria o el bus que contamina el aire y que no considera inicialmente esa contaminación como un costo ya que nadie se lo impone por ejemplo en la forma de una multa o la exigencia legal de cambiar tecnología como requisito previo para operar.

Las externalidades son una falla de los mercados libres. Es decir existen y generan ineficiencias, desperdicios que son difíciles de eliminar solamente por el libre juego de la oferta y la demanda como ocurre en la mayor parte de los casos. Más aún, y tal como lo sostiene Coase, son más difíciles de eliminar vía una negociación directa entre las partes involucradas si los derechos de propiedad no están claramente asignados. Por eso por lo general estas fallas se producen alrededor de bienes públicos que son de todos y de nadie (nuestra Amazonía por ejemplo) y que todos quieren aprovechar pero nadie quiere asumir el costo de mantener y preservar. Son propios cuando conviene y ajenos cuando no. Es en un caso como este donde el rol del Estado es vital para evitar y solucionar conflictos. Este rol se traduce básicamente en reglas simples y definidas, derechos de propiedad y de uso claramente delimitados y formales y un poder judicial transparente, imparcial y objetivo que haga respetar los derechos de las partes realmente afectadas defendiendo los intereses de la mayoría y "forzando" a que el inversionista "internalice" en sus decisiones (y por lo tanto en sus costos frente a sus beneficios esperados) los efectos negativos indeseables que origina con su actividad.

Seremos desarrollados cuando este rol regulador del Estado en los mercados para eliminar las fallas se perfeccione y se cumpla a cabalidad no sólo cuando ya se dio el problema sino principalmente antes. Mientras tanto y como lección siempre consideremos en nuestras decisiones de inversión orientadas a generar valor en el largo plazo para que sean sostenibles el impacto negativo en terceros aún si hay vacíos o indefiniciones en el marco jurídico y en las normas que podrían jugar aparentemente a favor. No voy a prosperar si la sociedad representada en la comunidad cercana, en los vecinos e incluso en la opinión pública general no me quiere y no acepta los beneficios de mi negocio. Siempre la realidad se impone. No entenderlo así es engañarse. Tenemos que hacer un esfuerzo por convencer y compensar de ser necesario a los que estamos directamente afectando. La inversión será viable si puede asumir ese esfuerzo. No hacerlo así es ser ILUSO.

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