1 de diciembre de 2011

El tren de bambú de Camboya

(EL COMERCIO) El tren de bambú, el pequeño ingenio camboyano que durante décadas ha transportado pasajeros y mercancías a lo largo de las destartaladas vías del país, vive sus últimos días antes de que sea prohibido para dar paso a un renovado servicio ferroviario.

El ‘lorry’, como lo llaman los locales, consiste en una tabla de madera, a veces de bambú, acoplada a unas pequeñas ruedas de acero que se propulsa con un motor de lancha de río o, en ocasiones, con una motocicleta anclada a la estructura.

Con él, los camboyanos cubren a cambio de un dólar trayectos de hasta 40 kilómetros a lo largo de una vía que padece todas las secuelas de la guerra y por la que hace casi tres años que no circula ningún tren.

NO CONVENCIONAL

Sin horarios establecidos ni paradas predeterminadas, la principal ventaja del tren de bambú es la facilidad con la que se monta y desmonta, algo indispensable en una línea de vía única.

Cuando dos se cruzan, los pasajeros se apean para desmantelar aquel que tenga una menor carga y dejar pasar al más pesado antes de montarlo de nuevo y continuar el viaje.

El tren de bambú empezó a circular a principios de los años ochenta, tras la caída del régimen del Jemer Rojo, para suplir las carencias de transporte en un país donde las carreteras tenían grandes agujeros y apenas circulaban trenes.

Con velocidades de hasta 50 kilómetros por hora y gracias a un sistema sencillo y barato, el ‘lorry’ no tardó en adquirir popularidad, sobre todo en la línea del norte del país.

MÁS BARATO

La ciudad de Pursat, a 175 kilómetros de la capital, Phnom Penh, se encuentra en el centro de esa línea ferroviaria, clave para el transporte de mercancías a pesar de que las carreteras han sido reparadas.

“El ‘lorry’ sigue siendo más barato que la moto o el coche, así que muchos lo siguen usando para pequeñas distancias”, asegura una joven vendedora que ofrece sus pasteles y panes en uno de los puntos de parada de los trenes de bambú.

Srey Leang se fía cada día de esta plataforma de madera con ruedas para cubrir los 17 kilómetros que separan su pueblo, Teteng Tengai, adonde no llega ninguna carretera, hasta la capital provincial, Pursat, donde vende las verduras que cultiva en su jardín.

“Si no tuviera el ‘lorry’, tendría que caminar hasta aquí con la carga”, dice la mujer de 40 años que todavía no sabe que en pocos meses tendrá que buscar otro medio de transporte una vez que empiece la renovación de la vía cerca de Phnom Penh.

LLEGA EL TREN

“El tren de bambú no cumple los estándares internacionales de seguridad y no será permitido una vez que la red de tren camboyana esté rehabilitada”, afirma David Kerr, director de Toll Royal Railway, la empresa australiana encargada de la gestión del tráfico en la vía.

La prohibición también afectará a los propietarios de trenes de bambú, unos 189 en toda Camboya, según el Banco Asiático de Desarrollo, a los que se ofrecerá compensaciones de entre 225 y 275 dólares para que puedan comprar una motocicleta y continuar su negocio.

Pisath Bao lleva siete años conduciendo el suyo y ganando unos 200 dólares al mes, unas ganancias respetables en un país donde un tercio de la población vive con apenas un dólar al día.

“No me importa que haya trenes. Cuando vuelva a haber vía, seguiré utilizando el ‘lorry’”, dice el hombre de 35 años que, tras compartir vía con los trenes hasta el 2009, dispone de experiencia en esquivarlos gracias a las oportunas informaciones que le daba el personal de la estación de Pursat a cambio de una pequeña comisión.

“Hay mercancías que no se pueden desplazar por carretera, son demasiado malas”, asegura Ni, un granjero que envía regularmente sus sacos de arroz a otras poblaciones de la provincia.

La renovación de la vía del ferrocarril comenzó a finales del 2009 y se prevé que los más de 650 kilómetros que van desde el puerto de Sihanoukville, al sur, hasta Poipet, en la frontera con Tailandia, estén totalmente restaurados en el 2013.

En octubre del 2010 se abrió al transporte de mercancías un primer tramo de 110 kilómetros entre Phnom Penh y Tuk Meas, al sur del país.

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