1 de abril de 2009

FUTBOL Y AZUCAR

LIMA | Durante décadas tuvimos la más eficiente agricultura azucarera,
líder mundial en rendimiento por hectárea.

Juan Carlos Valdivia
Correo - Perú

Pero llegaron unos militares que expropiaron, crearon cooperativas y
entregaron la propiedad y la gerencia al colectivo de trabajadores. La
inercia de los primeros años mantuvo cierta productividad, pero pronto
los dirigentes descubrieron que había formas en que ellos podían hacer
alguna plata extra.

Y así comienzan las luchas por la dirigencia, desde donde se podía
negociar con intermediarios del azúcar, vendiendo la producción,
obteniendo ventajas para los dirigentes y entonces dejando que las
próspera industria azucarera se convierta en un reino del caos y del
desorden.

Hace algunos años teníamos un fútbol algo decente. Si bien eran
asociaciones sin fines de lucro, éstas dependían mayormente de uno o dos
mecenas que tomaban decisiones como si fueran socios mayoritarios.

Pero la severa crisis económica de la década de los ochenta espantó a
los mecenas, y tomaron la dirigencia algunos aficionados que buscaban lo
mejor para sus clubes. Hasta que descubrieron que había formas en que
como dirigentes podían hacer una plata extra. Entonces empezaron a
negociar la publicidad y los pases de los jugadores.

Y comenzaron las disputas por las dirigencias, convirtiendo a nuestro
futbol en un reino del caos y del desorden. Y de las derrotas. La
industria azucarera cambió su modelo. Abandonó el colectivismo
cooperativista y buscó socios estratégicos que condujeran las nuevas
empresas. Hoy las azucareras más exitosas son las que han recuperado
eficiencia de la mano de un inversionista mayoritario.

Es un tema de incentivos. Lo que es de todos, es de nadie. En los clubes
de fútbol pasa lo mismo que pasaba con las cooperativas azucareras. Las
dirigencias han tomado la conducción con el único fin de llevar dinero a
sus bolsillos.

Los resultados deportivos no les interesan porque ellos nunca pierden;
por el contrario, siempre ganan. Y si pierden, no es su capital, sino el
del club. Hay que transformar los clubes de fútbol a esquemas de gestión
modernos, promoviendo que se conviertan a sociedades anónimas,
incentivando la participación de socios mayoritarios bajo los controles
que establece el gobierno corporativo.

De lo contrario, seguiremos perdiendo todos, mientras unos pocos, los
avivatos de siempre, seguirán ganando.

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