14 de noviembre de 2008

El norte se perfila como el motor del país. Eso lo sabe Olivio Huancaruna, empresario cuya familia está en los rubros azucarero y vinícola (Agrícola San Juan) y cafetero (Alpamayo), entre otros. Huancaruna es uno de esos ejemplos de nuevo empresario peruano.
Autor: José Gabriel Chueca


Compartir Enviar
"Mi padre migró de Cajamarca al Amazonas, donde continuó con la labor que conocía, agricultura, y con el comercio rural, en lo que fue desarrollándose año tras año, década tras década. Hizo comercio a punta de carretera y luego fue yendo a las ciudades, donde hizo comercio internacional", recuerda.

¿Trabajaba cerca de él?
Quien le habla estudiaba en el glorioso colegio de San José. Él compraba café y lo mandaba para acá, donde nosotros lo recibíamos y vendíamos. Luego comprábamos los artículos que él necesitaba para vender allá. Yo, desde adolescente, combiné los estudios con el trabajo de mi padre. Nunca me alejé del mundo de la educación.

Usted ha hecho estudios en el extranjero. ¿Cómo toma el tema?
Una maestría se puede tomar como un periódico o como un Padre Nuestro. El periódico aburre a la segunda leída. Es una tortura. Pero un Padre Nuestro se puede rezar todos los días, dependiendo de cuánta fe se le ponga. Si bien con el trabajo duro y el esfuerzo puro se pueden lograr muchas cosas, hay barreras que no se pueden pasar si no se tiene la formación adecuada.

Ustedes exportan café a todo el mundo. ¿Cómo comenzaron?
Mis hermanos –el mayor y el menor– habían ido a Alemania en los 70; ntonces, tenían familiaridad con la cultura alemana. Eso facilitó las operaciones. Ellos entendían el idioma y la idiosincrasia. Uno puede ser serio y cumplidor, pero eso no significa que lo aprecien. En los 80, Perú exportaba a Alemania un 3% de café. El 97% restante iba a Estados Unidos. En los 90 se invirtió la situación: 90% iba a Alemania y a otros países europeos y un 10% a Estados Unidos. Hoy está más repartido: 60% a Europa, 30% a Estados Unidos y 10% para otros países, incluido Japón.

Cuénteme de Agrícola San Juan. ¿Cuándo la adquirieron?
San Juan fue una cooperativa azucarera. En el 97 fue la primera empresa del sector azucarero en privatizarse. Desde entonces estamos ahí. Comenzamos con la parte de la producción pero, con el paso de los años, entendimos la complejidad socioeconómica que tenía.

¿Su alta productividad tiene que ver con su relación con sus empleados?
Es una relación creo que satisfactoria para todos. Estas no son empresas comunes. Implican variables técnico-financieras y, también, sociales; más aún antropológicas. Pensando así, uno entiende a los trabajadores. San Juan está lleno de inmigrantes de las zonas en las que nacieron mi padre o mi madre. No tengo ningún problema al entenderme con ellos. Usan machetes, como los usaron mis padres y mis abuelos.

Como usted mismo lo usó.
Así es, señor. Por ello no hubo problema. Es agua con agua, no agua con aceite. Si, además, uno tiene un plan de desarrollo, las cosas funcionan.

El centro de producción se parece al museo Tumbas Reales. ¿Por qué?
En este proceso de reconversión agrícola teníamos una canasta de 12 productos probados agronómica y económicamente, y nos decidimos por la uva. Una vez que las tuvimos, teníamos que venderlas. Y para eso necesitábamos una marca. ¿Cuál? Grapes of Sipan. Decidimos que fuera así porque el reino es más amplio que solo San Juan y podríamos crecer sin complicarnos con el nombre. Sipán, además, es fácil de pronunciar en cualquier idioma y, finalmente, es cosa de orgullo. Además, tenemos que marketearnos con quienes nos visitan. Que los clientes no nos olviden nunca. Y para eso hay que cambiar todo. Es un lugar muy bello. Hay consideraciones históricas, medioambientales y de responsabilidad social. No tenemos nada que envidiarles a empresas norteamericanas o europeas.

Usted y sus hermanos siguen trabajando aquí. ¿No pensó en irse?
Esa es la decisión fácil. Pero la decisión responsable es otra. Afuera, todo está hecho; en el Perú, todo está por hacerse. Aquí están las raíces y hay oportunidades. Créame, hay muchas. Y tengo ganas de hacer muchísimas cosas a pesar de todo lo que en el Perú se presenta.

La suya es una empresa familiar. ¿Cómo manejan las tensiones?
Como somos una familia dedicada a la actividad empresarial, los asuntos íntimos debemos tratarlos apropiada y anticipadamente. Si uno se descorazona un poco y ve con frialdad la vida, y mira a sus hijos no con sentimientos sino con el deseo de que sean trabajadores y no unos mantenidos, no habrá problemas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Colocar su Nombre y Apellido al final del comentario.