9 de marzo de 2010

EN RELIEVE: LA MUJER EN EL AGRO

Agraria.pe conversó con tres mujeres agrícolas y una experta sobre la situación de las mujeres en el sector.
Por: Manuela Zurita

Agraria.pe.- Agraria.pe.- La estrecha callecita que ocupa la Bioferia Ecológica del Parque Reducto (y Avenida República de Panamá) se siente el aroma a arroz con vegetales y curry; a café (orgánico, como todos los productos que ahí se exponen); a esencias de flores; de lejos, se arrima el del césped fresco, recién regado.

Mientras los visitantes avanzan, deteniéndose en cada stand, prueban quesos (de leche de vaca y de cabra), miel y diferentes productos naturales. También paran y compran vegetales, tal como sucede en el puesto de Lidia Ramos Bernabé, mujer agrícola de la Asociación Orgánica Biofresa Manchay, establecida en Pachacamac.

“Venir acá me relaja”, cuenta cuando se le pregunta qué es lo que más le gusta de su labor agrícola. El caso de Lidia es especial, porque con su esposo y sus tres hijas siembran y cosechan su hectárea y media al sur de Lima. Le preguntamos cómo se siente como mujer agrícola. “Muy bien” contesta y agrega que en su asociación de Pachacamac, la mujer está bien reconocida y tiene capacidad de decidir.

La situación es diferente para Olinda Álvarez, productora de café orgánico y dueña junto con su esposo Edgardo de la finca La Merced, en Satipo (Junín). Aunque ella se siente bien consigo misma realizando ese trabajo, reconoce que esta sensación de bienestar no es compartida por casi todas las mujeres con quienes labora. “Se sienten muy inferiores al hombre. Lo he observado en muchas que se sienten relegadas. Aceptan, no hablan, obedecen”, asegura quien fuera por 25 años educadora y hace ocho se dedica al agro.

Teresa Yacsavilca labra la tierra desde los 23 años. Ahora tiene 56. Para ella, el trabajo era más pesado cuando sus cuatro hijos estaban pequeños. No obstante, su situación no ha cambiado demasiado: “La última en acostarse es la mujer”, comenta al explicar su rutina familiar.

¿Cómo ve Teresa a la mujer agrícola? Para ella, uno de los mayores desafíos pendientes es valorarla. “La gente degrada un poco a las personas que se dedican a la agricultura. Yo he aprendido a valorarlas, porque me doy cuenta de que producimos el alimento que cada día es consumido por la población. He aprendido a valorar eso al ver cómo la gente vive de lo que producimos, tanto como nosotros vivimos de labrar la tierra”.

Una realidad marginal

Los testimonios de las tres agricultoras corroboran la voz experta de Margarita Díaz Picasso, consultora en género y desarrollo y ex asesora del Ministerio de la Mujer y Desarrollo, quien considero que la realidad de la mujer agrícola varía, dependiendo la región donde viva. Durante la época del terrorismo, señala la experta, la mujer de la Sierra se vio forzada a hacerse cargo de la casa y el trabajo, tras la desaparición o desplazamiento del esposo. “Esta situación persiste, por ejemplo, en las rondas campesinas”.

Díaz describe que en aquella época, entre 1980 y 1996, las rondas servían para vigilar la subversión. Ahora, para evitar hurtos de ganado o cosechas.

En la selva, la mujer –especialmente de las etnias awajun y guampis- es quien se encarga de la chacra y del hogar. Cumplir esta doble función marca diferencias. “La mujer campesina indígena es parte de una estructura productiva tradicional atrasada, que está fuera de la economía de mercado”, resalta la experta.

La vigilancia y el doble rol de la mujer rural se reproducen también en la costa, debido al desplazamiento poblacional interno de los últimos años.

Barreras históricas

En todos los casos, la mujer campesina se enfrenta a varios obstáculos de igualdad de género. Según Díaz, el primero es la alta tasa de analfabetismo que existe en la población más pobre, que a su vez, coincide con la población campesina. “Si bien matriculan a las niñas, es mucha su deserción escolar. Muchas familias privilegian el estudio de sus hijos varones al de sus niñas”

El acceso a la salud y el empoderamiento político, son otras de las barreras impuestas a la mujer del campo “Esta situación se debe a la discriminación generalizada que existe hacia los indígenas, campesinos y población de escasos recursos” concluye Díaz.

¿Qué hacer?

Para la consultora, las líneas de acción son claras. “El Estado debería apostar más por la educación de la niña rural”, apunta. “Segundo, promover programas de documentación”, añade. “El Estado no sólo tiene que proveer los servicios, sino velar por que la gente acceda a ellos”, opina, refiriéndose a la deserción escolar femenina y el derecho a la salud de las mujeres.

“Debería enfocar políticas que empoderen a la mujer de acuerdo a cada zona”, resume. Para Díaz, la clave también radica en analizar, estudiar y difundir los proyectos del Estado, como las obras de infraestructura, midiendo el impacto que éstas puedan tener sobre las mujeres, desagregando a su vez esta información por edades.

Y no sólo eso. Es que para la consultora, es importante reivindicar el rol de la mujer campesina, en la nutrición de los peruanos. Ella lo expresa de forma más concreta: “La seguridad alimentaria descansa sobre el trabajo de la mujer”.

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