El ganadero ovino le cambió la cara a la crianza de la región: valorizó un rubro que estaba en decadencia. Hoy, a pesar de la crisis, apuesta a que Chile puede ser potencia mundial.
NATALIE TRAVERSO V.
Revista del Campo - Chile
José Marín no para. Las ovejas, las praderas, la búsqueda de cómo hacer que sean más productivas y de agregarles más valor. Las 135 mil ovejas –merino australiana, corriedale y meat merino– son su pasión y su karma. Su último proyecto: 18 mil hectáreas de praderas, en Magallanes donde vive, para alimentar a sus animales.
"Me organicé para que nadie más se encargara del desarrollo de las praderas, porque es algo que me encanta hacer; además, estoy probando nuevas técnicas y muevo animales de un lado para otro", señala el ganadero de ovinos del país, con el gesto adusto y una sonrisa que cuesta que asome.
Es el resumen de lo que Marín hace con los ovinos: buscar agregarles valor y convertirlos en un rubro que tenga cada vez más peso en las exportaciones nacionales. Es que está convencido de que Chile tiene condiciones para ser una potencia mundial en el rubro.
Por ello, no sólo cría ovejas. Ha desarrollado razas específicas y ha integrado todo el proceso de producción: desde los animales en los predios hasta la instalación de una de las plantas faenadoras más modernas del mundo, que significó una inversión de 12 millones de dólares y que está autorizada para exportar.
Pepe Marín, como se le conoce en la zona, es famoso por su mente innovadora. Como un hombre que asume riesgos hasta que le cambió la cara a la ganadería ovina y valorizó a un rubro que estaba acabado.
Es un verdadero revolucionario en Magallanes.
SUS PRIMEROS PASOS
Entender su historia requiere un flashback a la década de los 60.
En sus veintitantos años su vida giraba en torno al fútbol. Era parte del equipo principal de la Universidad de Chile. Entonces descubrió que el deporte no era lo suyo y volvió a su natal Punta Arenas a estudiar Ingeniería en Ejecución Eléctrica.
Mientras trabajaba en una empresa constructora familiar, vio que en los números tampoco estaba su futuro.
Fue a fines de los 70 cuando optó finalmente por las ovejas e invirtió un millón de dólares en la compra de predios para criarlas.
Fue una revolución en una zona donde la tierra valía poco y el negocio ovino no era rentable.
"Fueron muchos los que vendieron sus propiedades porque el precio que se pagaba por el kilo de carne era muy bajo", cuenta refiriéndose a la compra de sus primeros campos.
El kilo de cordero costaba incluso menos que el del pollo.
Al darse cuenta de que la comercialización era el principal problema, Marín abrió una carnicería, en Punta Arenas, para vender directamente. Fue el impulso para que la carne comenzara a subir, llegando a obtener $750 en un momento en que el promedio rondaba los $250.
Existía un monopolio en los frigoríficos, por lo que sus corderos eran faenados al final y, además, pagaba precios muy altos por el servicio. Entonces decidió hacer su propia planta. "Con eso logramos tener una integración total desde el predio hasta la comercialización", cuenta.
"Como empresario asume muchos riesgos. Siempre se adelanta a los escenarios económicos", señala Ignacio Briones encargado del tema ovinos de la Fundación para la Innovación Agraria, quien ha participado en algunos de los proyectos de Marín.
GANADERÍA DE DOBLE PROPÓSITO
Pero el gran salto lo dio en 1982, cuando apostó por la lana cuando todos los demás productores se enfocaban en la producción de carne.
En ese momento la lana uruguaya tenía precios muchísimos más altos que la chilena. Marín no entendía la razón y en el país la información sobre el tema era escasa y no había interés. Viajó a averiguarla a Uruguay. Con información más actualizada decidió participar directamente en el comercio internacional.
"El año 88 me fui a Nueva Zelandia y logré incorporar mis productos a los remates laneros. Lo divertido fue que ese año mi lana alcanzó los precios más altos. Llegué a obtener US$ 3,80 el kilo, lo que fue histórico. Pero los neocelandeses se asustaron porque ya Chile los había sacado del mercado del kiwi y nos sacaron del sistema de remates", cuenta.
Hoy la Sociedad Comercial José Marín y Compañía Limitada produce unos 500 mil kilos de lana al año de una calidad de 19 micras, lo que es considerado de calidad superior.
Para conseguirlo importó animales de raza Merino Australiana que tiene un rendimiento aproximado de 60% lana y 40% carne.
"La idea fue obtener lanas más finas, pero que también rindieran para la carne, queríamos un animal con doble propósito. El primer objetivo fue salir de la lana de 55 micrones que producíamos hasta entonces, es que cuando un animal está en el campo sólo se puede diferenciar por la calidad de su lana".
Además, el año pasado lograron un precio récord en Magallanes: vendieron su lana a 4,6 dólares el kilo, cuando normalmente con la raza Corridale no se superan los 2 dólares.
Pero Marín luego de tener dominado el tema de la lana, fijó su objetivo en la mejora de la carne, donde también trabajó el mejoramiento genético a través de la importación de nuevas razas. Por ejemplo, vio que el hibrido neocelandés Safor Blanco al cruzarlo con ovejas en su último parto se obtienen mejores pesos finales.
Su última gran inversión fue en el frigorífico Agromarín que significó un desembolso de 12 millones de dólares. Su tecnología es de tan alto nivel, que incluso obtuvo el premio a la excelencia en Ingeniería de Alimentos otorgado por el Colegio de Ingenieros de Nueva Zelandia.
"Cuando apareció la nueva Ley de Mataderos decidimos optar por invertir en grande y alinearnos con la política del Gobierno de transformar a Chile en una potencia agroalimentaria. Paralelamente, estamos acondicionando la antigua planta para procesar carne bovina, lo que se traduce en una inversión de 4 millones de dólares extra", relata.
Con esta inversión, la empresa quedó habilitada para hacer envíos a la Unión Europea, Japón, Perú y Panamá, por lo que esperan hacer las primeras exportaciones en los próximos meses.
MARÍN FRENTE A LA CONTINGENCIA
Enfocado al mercado global, el empresario magallánico tiene claro el impacto que puede tener la crisis en sus ventas. Ya comenzó a tomar algunas medidas de contingencia.
Primero, aún no vende ni un kilo de lana, ya que esperó que los mercados se estabilizaran. Y la estrategia le dio resultado.
'Los precios del comoditty de la lana habían bajado un 40%, de 850 pesos el kilo a 430, pero ahora ya se está estabilizando y se acerca a los 600. Nosotros habíamos alcanzado un precio récord el año pasado de 4,56 dólares, este año no lo superaremos, pero quizás lleguemos a los 4 dólares, que no es malo', señala.
Otra medida contra la crisis fue frenar la construcción de un centro de distribución en la zona central, que debía comenzar a funcionar en marzo.
Hasta ahora el valor de la carne ha caído en casi un 50%. Marín le baja el perfil, considera que es parte del proceso cíclico de la economía y que el valor del dólar ha contribuido a paliar el efecto en el sector.
"El año pasado el kilo de cordero costaba 3,5 dólares y hoy apenas llega a los 2 dólares. La diferencia está en que la temporada anterior el valor del dólar estaba a 450, mientras que ahora está a 600, lo que indica que, en término de valor, las pérdidas no son muy grandes. Además, la demanda en el mercado interno se ha mantenido, lo que equilibra la caída en las exportaciones que se explican por el bajo nivel de financiamiento internacional", añade.
Si bien, en Magallanes las tasas de desempleo no se han disparado por la crisis económica, en el tema ovino aún hay muchas empresas que no logran desarrollarse plenamente, lo que frena el potencial de la zona.
Ante esto, Marín culpa directamente al Servicio Agrícola Ganadero (SAG).
"El año pasado hubo un superávit de compradores internacionales para el cordero magallánico, pero no todos pudieron exportar por una serie de restricciones administrativas. Hablo del famoso Pabco -Planteles de Animales Bajo Certificación Oficial- que es voluntario, pero no todos los productores se inscribieron porque los costos suben demasiado. En mi caso, por ejemplo, al inscribirme en este sistema mis costos subieron de 15 millones de pesos a 100 millones este año, ya que hay que costear los servicios del SAG. Este es un trámite administrativo porque antes de su implementación todos podían exportar normalmente, porque ya se regulaba que los animales tuvieran identificado su origen y ya estaban bajo control oficial", señala.
Insiste en que Chile es uno de los pocos países donde los empresarios deben correr con estos gastos extras y no el Gobierno, como ocurre en países que compiten directamente con Chile, como Uruguay o Argentina.
"Sobre todo en tiempos de crisis, el Estado debería liberarnos de este tipo de aranceles. Con el resto de las políticas del Ministerio de Agricultura estoy de acuerdo, creo que la apertura comercial y la firma de acuerdos comerciales han ido por la senda correcta. Ahora bien, creo que aún falta afinar la política de inocuidad, ya que problemas como las dioxinas en los cerdos dañan la imagen del país. Creo que, en este sentido, falta más especialización, el SAG se ha ampliado mucho y no puede cumplir con todo. Se podría crear, por ejemplo, un instituto de la carne, que tenga gente experta en el tema", agrega.
Lo que viene en ovinos
"Uno de los grandes productores de ovinos solía ser Australia, pero ha bajado en más de 100 millones de cabezas su masa ganadera, ya que los agricultores se han enfocado en otros rubros más rentables, como el vino. Por su parte, Argentina, otro gran productor, ha perdido más de 20 millones de cabezas. Esto hace que países como Chile puedan transformarse en potencias mundiales en exportaciones de ovinos y cubrir una demanda que está creciendo. Además, existe un gran espacio para aumentar el consumo interno de carne de cordero, que sólo llega a medio kilo anual", explica Marín.
Marín destaca que el impacto que el cambio climático tendrá en la ganadería magallánica sería positivo, ya que el alza de las temperaturas favorecerá el desarrollo de las praderas.
"Llueve más en primavera y tenemos veranos de 25 grados, ahora tenemos más pasto para los animales. Lo malo, es que ha aumentado la fauna silvestre, principalmente la presencia de guanacos y liebres, que son plagas que nadie está controlando", dice.
Cómo está el mercado
30% creció el consumo en los últimos 10 años.
US$ 30 millones
anuales exporta Chile.
4 millones
de cabezas es la masa ovina del país. 30 millones, la de Australia o Nueva Zelandia.
US$ 35 millones
se ha invertido en Magallanes en plantas faneadoras de última generación.
2 grandes tareas
tiene Chile: aumentar la masa crítica e invertir en razas de doble propósito.
Natalie Traverso V..
Muy buen ejemplo para los ganaderos magallanicos
ResponderEliminarcomparto sus ideas innovadoras y pienso que un sistema de regadio seria muy beneficioso para la region de Magallanes.
Jose Luis Catalan Muñoz