24 de noviembre de 2011

EL AGUA NUESTRA DE CADA DÍA

(Agraria.pe) El agua probablemente fue el medio para el origen de la vida; sus moléculas de hidrógeno y oxigeno pudieron haber interactuado con el nitrógeno, fósforo, energía y otros microelementos en solución para crear la primera célula viviente.

El agua es vital para las poblaciones, industrias y en general para el desarrollo de los reinos vegetal, animal y la explotación del mineral. Sin embargo hoy en día se ha convertido en un elemento bandera para que grupos de interés anti mineros consigan el apoyo de la población para oponerse a un proyecto de importancia económica como es el proyecto “conga” (dicho sea de paso no sé de dónde se les ocurrió este nombre).

Recuerdo como en Cañete disfrutábamos de los manantiales que emergían del suelo; teníamos la sensación que esa agua era la más pura del mundo y que su origen se encontraba en las grandes profundidades del suelo. Darse un baño en boca de manantial -allí donde hay una presión positiva del agua hacia arriba- era una grata experiencia.

Comento lo anterior porque muchas veces solemos atribuir a las fuentes de agua un origen casi sobrenatural. De niño ignoraba que estos manantiales sencillamente eran producto del regadío de las tierras altas del valle, es decir la napa freática se liberaba en las zonas más bajas y nos entregaba estas fuentes de agua transparente.

No soy experto en el tema hidrológico, pero no me resulta difícil entender que toda laguna que existe en nuestros andes es producto del almacenamiento de agua de lluvia, del deshielo o de filtración de otra laguna. El agua al igual que la energía “no se crea ni se destruye solo se transforma”. Nuestras lagunas son parte del ciclo del agua y algunas pueden ser parte de sistemas de percolación y generar aguas subterráneas, sin embargo en términos de balance de masa no existe la “creación de agua”.

Lo anterior me lleva a deducir que estas lagunas naturales que se han ido formando en el tiempo, perfectamente pueden ser sustituidas por lagunas artificiales. Mejor aun si estas últimas pueden implementar controles y monitoreo de la calidad y disponibilidad del agua.

Pero regresando al tema del proyecto “conga” me parece una oferta bastante modesta pretender triplicar la capacidad de estas lagunas. Una laguna de estos lares no debe almacenar más de un millón de metros cúbicos (1 MMC) cuando existen fundos agrícolas en Piura que tienen esa capacidad de almacenamiento de agua. Instalar resorvorios con una capacidad total de almacenamiento de 3.2 MMC resulta insuficiente como para generar un desarrollo agropecuario importante.

Por qué la minería no nos ayuda a que en las regiones de sierra se creen sistemas de reservorios que puedan almacenar 200 o 300 MMC (esta es la capacidad de un reservorio de mediana capacidad en la costa). Por qué la minería no es más ambiciosa en buscar el desarrollo rural, tienen las herramientas en el mecanismo de obras por impuestos.

Personalmente he visitado seis proyectos mineros y en ninguno de ellos he visto un programa importante que cambie la vida de las poblaciones circundantes y que efectivamente se generen actividades económicas sostenibles en el tiempo. Un buen amigo me dice al respecto: “Las mineras la tienen clara, saben que si generan una actividad agropecuaria fuerte, sostenible y rentable cada vez habrá mayor oposición a la minería; para sus intereses es mejor tener a las poblaciones pobres y dependientes de la actividad extractiva”.

Lo anterior resulta difícil de creer, aunque también resulta difícil de creer que hasta ahora las mineras no hayan hecho nada importante en desarrollo rural.

Hace un tiempo tuve conocimiento que una empresa minera buscaba comprar tierras en Olmos para mudar a las poblaciones circundantes de un proyecto minero en Cajamarca, se les entregaría plantaciones de frutales y hatos ganaderos en plena producción -las condiciones resultaban bastante ventajosas-. Me pareció una propuesta interesante y bien valdría la pena más análisis, pero al parecer esta propuesta no maduró más. Hay que vencer la resistencia al cambio de las poblaciones y hasta las expectativas de grupos sociales que estiman que quedándose en el ámbito de influencia del proyecto pueden obtener más beneficios que mudándose.

Como país necesitamos la actividad minera, necesitamos inversión, articulación con la industria, que nos ayuden a mejorar la infraestructura del país a través de sus impuestos. Sin embargo esta actividad debe ser respetuosa del medio ambiente, de la seguridad laboral, no destruir las carreteras con carga pesada y promover el desarrollo de las poblaciones que los alberga.

Se necesita el dialogo y una “negociación” efectiva para que todos salgan ganando y en este camino poco ayudan los cálculos políticos de algunas autoridades, las manifestaciones de intransigencia popular y las “visiones espirituales” del agua.

Angel Manero Campos
Columnista

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