Contra la reactivación del campo y la seguridad alimentaria del país
Revista Agronoticias
A dos meses del promisor cambio de gobierno y de ministro de Agricultura no sólo no ha se ha registrado ningún cambio positivo en la instancia rectora del sector nutricio, sino también ahí se han dado algunos giros alarmante.
Mientras tanto, la naciente campaña agrícola permanece casi al garete, en un horizonte complicado por las irregularidades climáticas, el agravamiento de la crisis económica internacional y la angustia de los productores ante la persistencia de la misma política antinacional y anticampesina del régimen anterior
Entrampamiento MINISTERIAL
Quizás por haber sido sorpresivamente llamado para ocupar el cargo, aunque —sobre todo— por no encuadrar su gestión a lo establecido por la Constitución, el Acuerdo Nacional, los compromisos electorales firmados por el actual Presidente de la República y la Plataforma de Consenso para el Relanzamiento del Agro Peruano, por la que tanto luchó antes de ser designado Ministro de Agricultura; el Ing. Miguel Caillaux Zazzali no sólo ha desperdiciado —en sus primeros 60 días de gestión— la casi providencial oportunidad de comenzar a revertir estructuralmente la crítica situación del sector, sino tampoco ha dado señales políticas de querer hacerlo.
Obviamente, esto viene causando creciente frustración en los estratos mayoritarios del Perú rural e incluso en el propio sector público agrario, puesto que ello equivale mantener la misma política antinacional, anticampesina y anética del régimen alanista.
Aún más, tal cuadro se ve agravado por ciertos cuestionamientos públicos a algunas relaciones personales y empresariales del ministro Caillaux, lindantes con el conflicto de intereses; lastre que deberían evitar quienes representan al Estado.
Falta de DIÁLOGO
Como es lógico, todo hombre de Estado tiene derecho —dentro del marco de la ley— a manejar con criterios propios la función que se le encarga, pero también en sintonía permanente con el entorno social que lo rodea.
Lamentablemente, el ministro Caillaux ha descuidado suicidamente este último aspecto, por algún motivo que nadie entiende. Pues el mismo personaje que antes —como productor y dirigente gremial— exigía diálogo y concertación con el poder de turno, hoy —convertido en ministro— viene comportándose casi autocráticamente, sin consultar ni informar a las organizaciones representativas del agro sobre las propuestas y decisiones primordiales que conciernen a éste. Igualmente está ignorando al equipo agrario de Gana Perú e incluso a la bancada parlamentaria de éste, no obstante la crucial necesidad de hacer sinergias para afrontar el enorme reto de transformar la sombría situación preexistente en el sector.
Por ejemplo, el 26 de agosto él sostuvo una reunión inicial de hora y media con las dirigencias de CONVEAGRO y la Junta Nacional de Usuarios de los Distritos de Riego del Perú, para restablecer la Mesa de Diálogo Ministerio-Productores, con cargo a reeditar las sesiones cada mes y desarrollar encuentros parciales en el interregno. El objetivo era avanzar en el tratamiento de la agenda pendiente, priorizando los temas transversales que atañen a todo el campo. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición, no se había producido ningún otro diálogo.
Entretanto, el 21 pasado el ministro Caillaux presentó ante la Comisión Agraria del Congreso de la República nada menos que el plan sectorial 2011-2016, sin que las organizaciones supieran previamente nada al respecto, como tampoco conocieron el componente agrario del plan general de gobierno expuesto por el premier Salomón Lerner el 25 de agosto.
¿De qué diálogo y concertación se puede hablar en estas condiciones? La respuesta es obvia.
Nada contra la CORRUPCIÓN
Mucho más alarmante aún es el hecho de que, hasta el momento, el nuevo jefe del sector no ha verificado, denunciado o sancionado ni uno sólo de los escandalosos casos de corrupción detectados por la Comisión de Transferencia del Ministerio de Agricultura. Salvo algunos “pirañitas” desaforadas de la medianía burocrática, los grandes “tiburones” de la inmoralidad siguen ahí campantes, como si el principal clamor del pueblo peruano y la mayor promesa electoral de Gana Perú y Ollanta Humala no hubiese sido la lucha frontal contra la corrupción, los corruptos y los corruptores.
Es razonable que —para garantizar la continuidad de la gestión estatal— Caillaux no haya hecho cambios traumáticos inmediatos en el estado mayor del ministerio y sus organismos descentralizados; primero, porque no todos los mandos son incompetentes ni corruptos, y segundo, porque el grueso del staff es rescatable. Pero lo que resulta inadmisible es que por lo menos no haya despedido a los putrefactos morales denunciados —con numerosas pruebas documentales— hasta por los mismos trabajadores del sector, para no hablar de la Comisión de Transferencia. Aún más, no obstante que ésta tenía mucho que informarle respecto al tema ético y el mismo Caillaux ofreció escucharla luego de asumir el cargo, esto jamás se produjo.
Dentro de este marco resulta especialmente escandalosa la impunidad de quienes fraguaron contrataciones, compras y malversaciones hedientas, así como de los que maquinaron y quieren seguir maquinando la enésima “reestructuración” del ministerio sólo para reacomodarse en los mejores cargos técnicos del sector, sin merecerlos.
Frente a ello, el jefe del sector debería recordar que el saneamiento ético de la institución resulta crucial —incluso— para levantar la deprimida moral y la consecuente mística de los trabajadores.
AUTOGOLES
Más allá de su evasiva al diálogo franco y fluido con los representantes del campo, así como su extraña inacción ante los corruptos en proceso de reciclaje, en sus primeros dos meses el ministro Caillaux no ha anotado siquiera un gol accidental en favor del agro.
Todo lo contrario: su corta gestión ya empieza a abundar en autogoles, tanto que la hinchada puede estallar en cualquier momento para abuchearlo y exigir su cambio.
Pruebas al canto:
● TAJO PRESUPUESTAL: El increíble recorte de 20% en el Proyecto de Presupuesto Público 2012 para la Función Agropecuaria en los tres niveles de gobierno, no tiene precedentes ni justificación alguna (ver informe aparte en esta misma edición).
● COMPRAS ESTATALES: Cuando era dirigente gremial, el hoy ministro Caillaux siempre luchó, como todo el agro, por el fiel cumplimiento de las leyes —hasta cinco— que disponen la compra obligatoria, directa y descentralizada de alimentos exclusivamente nacionales por los programas de asistencia social y otros organismos del Estado; puesto que ello significaría inyectar el equivalente de unos 700-800 millones de dólares a la producción. Pero cuando el 21 último, en la Comisión Agraria del Congreso, el parlamentario Kenji Fujimori le preguntó sobre el tema, dejó pasar la inquietud bajo el compromiso de responder luego de escuchar otras. Sin embargo, llegado el momento, lo ignoró por completo, como si no ése no fuese un asunto capital para la reactivación agraria
● IMPORTACIONES SUBSIDIADAS: Igualmente, en su época de gremialista, el Ing. Caillaux fue uno de los portaestandartes de la lucha contra la injusta y perversa “competencia” de las importaciones agrarias subsidiadas o subvaluadas en el exterior. Sin embargo, cuando el 26 de agosto CONVEAGRO le recordó el asunto, en busca del restablecimiento de los aranceles rebajados y eliminados por el perverso régimen de Alan García, el ministro se fue por la tangente, al decir: “Hoy la importación no es problema, porque los precios internacionales están altos”, como si éstos no fueran a bajar en algún momento y favorecer nuevamente la invasión de nuestro mercado por esas importaciones, en contra de la producción nacional.
Aún más, en vez de buscar una salida estructural frente a este problema y para todo el agro, Caillaux se ha limitado a poner una artificiosa barrera sanitaria temporal ante la importación de hilos de algodón subvaluados por la India, para calmar un poco a los productores de la fibra. Pero extrañamente no ha querido hacer lo mismo ante el arroz asiático infestado por el gorgojo “Kapra”.
En síntesis, al combativo dirigente lechero de ayer, ahora parece ya no preocuparle el “dumping” externo.
● TRANSGÉNICOS: Como es de conocimiento general, casi todas las instituciones representativas del agro, la gastronomía, los consumidores y el ambientalismo, así como Gana Perú, Ollanta Humala personalmente, la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales y la Asociación de Municipalidades del Perú, repudiaron la mañosa dación del Decreto Supremo Nº 003-2011-AG, publicado el 15 de abril último y mediante el cual el Ministerio de Agricultura autorizó el ingreso de productos agrarios y forestales transgénicos para consumo y reproducción; a la vez de convertir al INIA en “autoridad nacional sobre la materia”, sabiendo que éste no podía serlo, por estar desarrollando un papayo transgénico, hecho que lo tornada en inadmisible juez y parte.
Ante ello, primero el 26 de agosto ante CONVEAGRO y luego el 15 último ante la Sociedad Peruana de Gastronomía y CONVEAGRO en la feria Mistura '2011, el ministro Caillaux se comprometió a derogar ese dispositivo infame. Sin embargo, pocas horas después cambió abruptamente de posición, para comunicar que ya no lo derogaría, sino sólo lo modificaría, para no crear un supuesto “vacío en la normatividad”, cuando todo el mundo sabe que —si hay voluntad política— el Protocolo (Internacional) de Bioseguridad es suficiente para controlar a dichos materiales. AGRONOTICIAS está cruzando diversas informaciones y elementos de juicio al respecto, para explicar el insólito viraje del ministro, pero entretanto puede decir que la nueva postura de Caillaux no tiene ningún asidero, salvo prestarse al juego de las transnacionales y sus socios internos que tratan de meternos esos “Frankesteins genéticos” como sea.
● REESTRUCTURACION DEL MINISTERIO: Igual que a todos sus antecesores, también al Ing. Caillaux le ha entrado la tentación de reestructurar o reorganizar al Ministerio de Agricultura, pero —una vez más— sin consultar ni concertar con los únicos actores permanentes del proceso agrario y —por consiguiente— víctimas potenciales de la imposición burocrática: los productores. El proyecto respectivo ya está en camino, pero no sólo a espaldas de los gremios agrarios, sino también de los gobiernos regionales y locales, no obstante que éstos son mucho más importantes que el órgano central en el servicio al campo.
Entretanto, el Agricultura está semiparalizado. Pues los mandos que vienen de la administración anterior no se mueven “para no hacer olas” y algunos de los nuevos que ha puesto Cailluax carecen de suficiente versación, autoridad y experiencia para activar la maquinaria.
El caso más patético corresponde al Director Ejecutivo del Programa “AgroRural”, Samuel Morante Bardelli, un buen hombre para hacer relaciones públicas, pero absolutamente nulo frente al complejo medio rural altoandino, que es la gran razón de ser de dicho organismo.
● CAMPAÑA AGRÍCOLA: Y para cerrar el círculo de sus desaciertos tempranos, el ministro Caillaux ha descuidado casi en absoluto la marcha de la naciente campaña agrícola, como si ésta no estuviese seriamente amenazada por los imponderables climáticos,,la retracción presupuestal y el desconcierto de los productores ante la falta de información y orientación oficiales. Tal negligencia es tan patética, que ni siquiera se ha reunido a los mejores técnicos públicos y privados por líneas de producción, para que ellos —con base en los pronósticos hidrometeológicos— indiquen lo mínimo que deben hacer los agricultores y ganaderos en los posibles escenarios climáticos alterados.
En resumen, por no saber o querer dialogar y concertar para forjar sinergias público-privadas frente a las grandes necesidades y posibilidades del campo, el Ministro de Agricultura, Ing. Miguel Caillaux Zazzali, está a punto de autoliquidar su gestión, además de abrirle el primer frente de resistencia social al naciente gobierno nacionalista y de extremar la ya harto precarizada seguridad alimentaria del país.
Quiera Dios —por el agro y el Perú— que él tenga una elemental capacidad de autocrítica y rectificación antes que sea demasiado tarde.
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