(EL COMERCIO). La producción de bienes es solo una parte de la creación de riqueza económica. También se crea riqueza cuando estos bienes son movidos de un lugar a otro. Los bienes se producen en una chacra, mina, o fábrica, o donde sea que se reúnan los elementos físicos necesarios. Pero allí en el lugar de origen, muchas veces el nuevo producto vale poco. Los piuranos producen mangos, pero no pueden vivir solo de mangos, y la cosecha a veces se pudre en el piso. Igual pasa con el pescado en una caleta.
Pero el que lleva un mango piurano y lo coloca en la mesa de una familia en Alemania, o un calamar a un restaurante en el Japón, crea una enorme satisfacción que se traduce en un precio varias veces el de su lugar de origen. Lo mismo sucede dentro de la fábrica.
Sin necesidad de más tela, pero con una organización interna más eficiente, se puede producir muchas más camisas. El solo movimiento de una cosa de un lado para otro, puede aumentar el valor de la producción.
El salto productivo empezó con la revolución comercial en la Europa del siglo XVII. Recién en el siglo XVIII se produjo la revolución industrial. Antes que las fábricas, el impulso vino con la construcción de canales para el movimiento de carga y el despacho de barcos alrededor del mundo, que llevaba tabaco a la China y regresaban cargados de porcelana y especies. Países marítimos como Portugal, España, los Países Bajos e Inglaterra lideraron este salto. El movimiento comercial era tal que el puerto de Amberes llegó a recibir hasta 500 barcos al día.
La economía peruana se ha multiplicado por diez desde 1950. Cuando los historiadores comentan esa expansión, se limitan a recontar los logros de la agricultura, la minería, la construcción y la industria, o sea de la producción de bienes. Pero esta producción solo se elevó en seis veces. Mucho mayor –quince veces– fue el aumento de las actividades logísticas, el comercio, el transporte y los bancos, que en vez de crear bienes nuevos, los mueven de un lado para otro, facilitados por la multiplicación de caminos, vehículos y telefonía, y por la apertura de los mercados externos.
Incluso, la misma actividad de agricultores, mineros e industriales consiste crecientemente también en un trabajo logístico, como la participación en asociaciones y cadenas productivas, y la identificación de mercados nicho.
Todo esto permite presagiar un futuro económico que dependerá en menor grado de los materiales de la naturaleza y más de una gestión inteligente e imaginativa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Colocar su Nombre y Apellido al final del comentario.